Estado

Consciencia en libertad, locura

abelrojas

“En la locura se encuentra la realidad extraviada
a causa de las buenas conciencias
que influyeron en nuestra niñez”.
Abel Pérez Rojas

La connotación psiquiátrica de la locura, referente a la serie de trastornos que afectan las facultades mentales de las personas, roba cámara a otra locura, no menos importante, que es la gama de comportamientos que rompen con lo establecido, características propias de los genios y de quienes van contra corriente, y que en no pocas ocasiones, nos permiten encontrar nuevos horizontes en el quehacer humano.

El afamado escritor libanés Gibran Jalil Gibran, inicia su breve, pero metafórica obra El Loco, respondiendo la pregunta: ¿cómo me volví loco?, y en las brevísimas líneas del relato que da respuesta a la interrogante nos mostró de forma sencilla y directa la locura vinculada a la personalidad, a la libertad y como alternativa a lo establecido.

Dice Jalil Gibran que:

Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -sí; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:

-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!

Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:

-¡Miren! ¡Es un loco!

Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:

-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!

Así fue que me convertí en un loco.

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.

Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.

Si recordamos que el concepto de personalidad está vinculado a “persona” y éste históricamente se liga con el rol que representaba cada actor de la antigüedad y para ello usaba diferentes máscaras,  entonces entendemos uno de los primeros mensajes de Jalil Gibran: la toma de conciencia y en su momento del desprendimiento de la personalidad, de las personalidades que adoptamos en nuestro quehacer cotidiano, pero que en realidad no somos aquel o aquella que representamos. No obstante lo anterior, el vaivén de todos los días nos aturde y confunde, por ello vamos por la vida cargando roles construidos con el tiempo, pero tan artificiales que el devenir se encarga de sustituirlos.

Cuando caemos en la cuenta de nuestro profundo ser, y optamos por descubrir y actuar conforme a lo que dicta la consciencia y no a lo que dicen y aceptan los demás, entonces se abre un mundo con el cual nos aproximamos a la realidad, como ya en otra ocasión  lo sostuvo, por ejemplo, Sócrates en el famoso pasaje de la caverna.

En ese mundo novedoso de las certezas que emergen de la locura aflora la seguridad y serenidad del caos, ese aparente desorden que va cobrando sentido en el autodidactismo y las líneas medulares de la incertidumbre.

Como remate, Jalil Gibran advierte que aún en la sutil libertad del loco están las amenazas del orgullo y la soberbia; aviso del cual se debe tomar nota para garantizar la soberanía de la locura.

Oportuna la voz vigente de Gibran Jalil Gibran ante la tóxica presencia apabullante del Mundial Brasil 2014 ¿no le parece?

Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com / @abelpr5 / facebook.com/PerezRojasAbel) es poeta, comunicador y doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com

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