Guanajuato, Gto.- El escritor Jorge Ibargüengoitia nació en 22 de enero de 1928 y murió el 27 de noviembre de 1983. El cantante Jorge Negrete nació el 30 de noviembre de 1911 y murió el 5 de diciembre. El pintor Diego Rivera nació el 8 de diciembre de 1886 y murió el 24 de noviembre de 1957. Las autoridades municipales sólo se acordaron de este último y le rindieron homenaje en el aniversario 138 de su onomástico.
La Presidenta Municipal, Samantha Smith, conmemoró al que llamó “de uno de los guanajuatenses más universales: Diego Rivera”.
El pintor nació en la calle Positos y creció rodeado de la riqueza cultural y artística de la ciudad de Guanajuato. El hmenaje se lñe hizo a unos metros, en el cruce con Juan Valle, donde existe una estatua en su honor.
“Es probable que la arquitectura colonial, las calles empedradas y la vibrante vida cultural de Guanajuato hayan inspirado su trayectoria como artista”, señaló Samantha Smith acompañada por el Cronista de la Ciudad, Eduardo Vidaurri Arrechiga.
Conocido por sus murales y obras de arte que reflejan la historia y la cultura de México, Diego Rivera se convirtió en uno de los artistas más influyentes del siglo 20. Su legado trasciende fronteras y sigue inspirando a artistas, escritores y pensadores de todo el mundo.
En Guanajuato, su ciudad natal, Diego Rivera es recordado como un referente cultural y un orgullo para la ciudad.
“Diego Rivera, el guanajuatense más universal. Celebremos su legado y su contribución al arte y la cultura de México y del mundo”, expresó la Presidenta Municipal luego de colocar una ofrenda floral en la escultura del artista guanajuatense.
Los olvidados
A unas calles de la plaza donde se ubica la estatua de Diego Rivera está otra, la del charro cantor Jorge Negrete, en la Plaza del Ropero, ubicada al inicio de la calle de Cantarranas, donde confluyen la calle Manuel Doblado, el pasaje del Campanero y el acceso a El Hinojo. A un lado está la casa donde nació el cantante. Para él no hubo homenaje.
En el caso de Jorge Ibargüengoitia, su casa está en la calle Conde de la Valenciana, frente a la atalaya de la Presa de la Olla. Ahí se encuentra también el parque Florencio Antillón, bisabuelo del escritor y junto a la fuente que no sirve está un descuidado cenotafio.
A Ibargüengoitia lo recordó un grupo de lectores y lectoras, quienes vieron cómo el bloque decorado con azulejos hechos por el artista Javier Hernández “Capelo”, que encierra a una bala en donde se depositaron un zapato y cenizas que presuntamente son los restos del ironista, están en mal estado.
Aunque en esa ocasión se extendió la invitación del director de la Casa de la Cultura, no acudió ni hubo homenaje municipal. Sólo se acordaron de Diego.