Irapuato

Con el agua a la cintura seguí trabajando

J. Jesús Landín, de oficio fotoperiodista, recuerda con nostalgia aquella inundación del 73; el panorama en unos lugares era feo, pude ver animales muertos, muebles, carros…

Por: Juan José López Luna Fotos: ADP.

Irapuato, Guanajuato.- J. Jesús Landín, de oficio fotoperiodista, recuerda con nostalgia aquella inundación del 73 ”De aquella fecha 18 de agosto del 73, recuerdo muchas cosas, como que vivíamos en la calle Zaragoza, entre Manuel Doblado y 20 de Noviembre, éramos mi esposa Josefina Chacón Cabrera y mis hijos María Soledad y Luis Antonio.

Siempre en el centro, pues con mis papás Benito Hernández y Soledad Landín, y mis hermanos Salvador y Cecilia, vivimos en Leandro Valle. Bueno yo trabajaba como fotógrafo en el periódico El Heraldo, cuando estaba en la calle Tres Guerras, y ya desde días antes se rumoraba que las presas estaban llenas y había peligro que se reventara alguna, con lo que se podía inundar Irapuato, pero la mayoría de la gente no creía y pocos tomaron sus precauciones.

Nosotros por cuestiones de trabajo, tampoco hicimos muchos casos, así que ese sábado salí de mi casa para ir al periódico poco antes de la 9 de la mañana, cuando llegué me mandaron a las vías del tren allá por la coca cola, pues estaba el rumor de que el agua ya estaba llegando y querían fotos, me fui caminando por todo Guerrero y ya en el lugar había mucha gente que iba y venía nerviosa, hasta que alguien gritó que el agua ya se veía por el camino a Arandas, lo que hoy es el bulevar…

y no pasó mucho tiempo cuando comenzó a brincarse los rieles el agua y entraba a la ciudad, así que me regresé aprisa, pero en menos que canta un gallo, las calles se fueron llenando de agua lodosa.

En la oficina, mis compañeros pudieron salvar algunos aparatos, máquinas y materiales, subiéndolos en mesas y archiveros, pero ya no pudimos trabajar ahí, así que nos dijeron que nos fuéramos a nuestras casas y en lo que se pudiera tomáramos fotos de lo que pasara, así que me regresé por 5 de Mayo y atravesé la plazuela Hidalgo y Manuel Doblado, pero el agua ya nos llegaba arriba de las rodillas, cuando entré a la vecindad, le dije  a mi mujer que agarrara lo más indispensable y nos fuéramos a la casa de mi tío Luis Prieto Landín , el cual días antes ya me había dicho que si se inundaba me fuera con ellos, la casa era de 2 pisos en la calle Leandro Valle, a un ladito de las pescaderías…

Yo me cargué a Luis Antonio en los hombros y nos fuimos rápido entre el agua por Pedro Moreno, Obregón hasta el bulevar donde estaban los olleros y llegamos a Leandro valle por donde todavía estaban las bodegas de la cigarrera La Moderna. Recuerdo que mi hijo me hacía agacharme para jugar él con el agua y así llegamos a la casa de mis tíos, nos acomodamos en un cuartito que nos prestaron, luego nos asomábamos a la calle y entre el agua andaba mucha gente de un lado para otro, aprovechando que en esa zona subió el nivel como un metro, anduvimos con la ropa mojada todo el tiempo porque ni eso pudimos sacar de nuestra casa…

Así fueron pasando las horas y como no había luz, se miraba todo el centro oscuro, ya cuando estaba acostado se escuchaba el ruido del agua como un río y voces de gente que caminaba entre ella y creo que hasta en una lancha anduvieron rescatando personas…Ya en domingo temprano salí con mi cámara y me fui hasta Colón, Manuel Doblado, la plazuela, Santos Degollado a tomar fotos, aprovechando que el agua llegaba a las rodillas en unas partes.

El panorama en unos lugares era feo y donde el nivel era más alto pude ver animales muertos, muebles, carros y cosas entre el agua, mucha gente buscaba comida pero todo estaba cerrado, en la presidencia habían grupos pidiendo lo mismo.

El lunes, cuando ya no había agua en muchas partes, fui a ver a mi tía Teresa Landín que vivía en Ocampo, gracias a Dios estaba bien, luego pude llegar hasta la calzada a tomar fotos, aquello era un lodazal y basurero, algunas casas de adobe caídas, la gente sacando muebles, camas colchones ropa, todo inservible…me fui al periódico y ahí andaban sacando todo lo que se echó a perder, nosotros anduvimos trabajando y el material se mandaba a León.

Estuvimos mi esposa y mis hijos en casa de los tíos como 8 días, porque la casita donde rentaba, era bajita y el agua subió mucho, echando a perder todo lo poquito que teníamos, nos quedamos sin nada…

En el Heraldo nos dieron unas colchonetas y despensas y con eso nos la fuimos pasando, gracias a Dios a nosotros nos fue bien, porque después supimos que hubo mucha gente que perdió sus casas, muebles, carros, animales y lo peor a familiares…

Ya pasaron 50 años y sigo recordando esos días entre el agua. Ojalá y Dios no permita que vuelva a pasar otra cosa igual”.

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