Cuerámaro, Guanajuato.- Como en todos los lugares, en Cuerámaro también se cuentan leyendas, una de ellas, la de “El ánima de San Nicolasito” un hombre que fue engañado por su propia esposa y su amigo y abandonado en el cerro del Fuerte de los Remedios, a su muerte.
Gonzalo Ramírez Ortiz, cronista de la ciudad, narra esta leyenda que se originó entre las personas del tercio del siglo XVIII.
“Narraban que, en aquellos antiguos tiempos, la Sierra de San Francisco Cuerámaro, Hoy cerro del Fuerte de los Remedios de este municipio, era un verdadero paraíso. Había todo lo que se necesitaban para la sencilla vida de los comarcanos de aquella época, todo lo habían en abundancia: ciruelas silvestres, madroños, pingüicas, piyatas, tunas, jarrilas, camotes, janiques, coquitos, uvas de las que se hacían un sabroso y medicinal vino que vendían a muy buen precio en Irapuato y Pénjamo. Los leñeros y carboneros sacaban muy buenos reales con la ventana de leña y el carbón, pues había muchos robles, pino y encinos.
Los cazadores se veían muy contentos porque encontraban muchos venados. Coyotes, lobos, puerco espín, gato montés, y de vez en cuando venían de la sierra leopardos y pumas, ¿aves? Había de todas clases: jilgueros, mulatos, loros y hasta hermosísimas guacamayas, pero sobre todo habían muchas hierbas medicinales, hasta laurel de castilla.
Los tesoros que escondían los forajidos del tiempo de la colonia eran y es un acicate para visitar este lugar. Había cantidad de abejas con sus panales de rica miel, ventas de minerales por donde quiera.
Pues bien mucha gente de lejanas tierras, atraídos por tanta abundancia y riquezas del cerro, en todas las épocas del año visitaban este maravilloso lugar. Un día de tantos sucedió que llegaron al cerro, atraídos por los panales de miel, un matrimonio de rumbo de Santa Cruz de Galeana, hoy Juventino Rosas.
El señor se llamaba Nicolás, el nombre de ella no lo registra la tradición. Los acompañaba otro individuo que sin saberlo Nicolás, era su rival en amores; tan solo sabía que era su amigo y compañero de aventuras, pero era un mal amigo.
Después de un corto descanso escogieron una gran peña para recolectar la apetecida y sabrosa miel, en un minuto prepararon los enseres que llevaron para la recolección.
De común acuerdo descolgaron a Nico para que extrajera de las rendijas de las peñas y juntara el apetecido néctar, y con otra cuerda subir lo que iba juntando.
Así, Después de un corto tiempo acabalaron su carga. Nico se sentía feliz porque pronto regresarían a su hogar, a su tierra; pero la mala mujer y el mal amigo planearon dejar a Nico colgado en aquella gran peña, para poder disfrutar ellos de su negro amor. Así como lo pensaron, así lo hicieron. Dejaron colgado a aquel pobre hombre. ¡Al pobre Nico!
Nico murió del hambre, sed, frio, sobre todo de decepción al comprender el motivo por el que lo habían dejado colgado. Decían que cuando los culpables se alejaban del lugar, ella se carcajeaba burlonamente. ¡Ingrata mujer!
Paso el tiempo: otros visitantes del cerro descubrieron aquel cuerpo momificado que macabramente colgaba como un largo péndulo: lo reconocieron. Los visitantes, al llegar de su llegar de origen, esparcieron la noticia que cundió como reguero d lumas por gran parte de la nueva España.
Atraídos por el suceso, llegaron a la antigua sierra de San Francisco Cuerámaro grandes multitudes para venerar a san Nicolasito.
Fue canonizado por ellos mismos, ósea por las multitudes, pues les llamó mucho la atención que aquel cuerpo no se corrompiera, creo que esta fue la causa por la cual los futuros insurgentes conocieron y escogieron este lugar para fortificarse y fuera así teatro de las luchas por nuestra Independencia Nacional.
Pero la fama de Nico crecía. Hacia muchos milagros, como digo, grandes multitudes acudían al lugar llevando música, danzas, cohetes y todo lo necesario para sus fiestas: decían que en ciertas épocas aparecían o visitaban el lugar grupos de brujos y brujas.
Allá por 1856, poco más o menos los sacerdotes de Pénjamo y Cuerámaro, para contrarrestar esta idolatría, colocaron la imagen de la virgen de Lourdes establecieron la fiesta cada 8 de septiembre, la cual se celebra hasta nuestros días.
Es cosa de admirar que nadie encabeza dicha fiesta, la gente llega sola como si alguien los encabezara, pero nadie hace esto:
Este lugar se encuentra en el municipio de Pénjamo, a un paso de la guardarraya del municipio de Cuerámaro. Todos los días 8 de Septiembre se reúne en el lugar mucha gente de la comarca.
El 7 de septiembre, la víspera del atardecer, llega el coro de la comunidad de la puerta de la reserva, capitaneando por el señor Fidencio Landeros: el de Tupátaro, capitaneando por el señor Francisco Rodríguez; el de la Galera de la Grulla, dirigido por el señor Leobardo González, y otros de los municipios de Pénjamo, Abasolo, Irapuato, con sus respectivos directores.
Cantan toda la noche; esto es lo que llama “velas a la virgen”. En la mañana llegan más peregrinos con grandes canastas, con alimentos. Es un gusto comer “pollo relleno” , en una palabra es un día de campo muy hermoso.
Al caer la tarde, toda la gente regresa a sus hogares comentando la visita que hicieron a la virgen de Lourdes en el antiguo y legendario lugar donde estuvo San Nicolasito; a los portales de Borja, ósea donde se atrinchera el insurgente don Miguel Borga, a la cueva del padre Torres con toda su historia y leyenda; al malacate donde se abastecían de agua aquellos inmortales y olvidados hombres; al panteón insurgente que esta arriba de la cueva delpadre torres; la peña de las calaveras, la barranca del tigre, donde sepultaron al general Francisco Javier Mina, el cerro del Bellaco o del “tú te irás ” donde un 11 de noviembre de 1817 los realistas fusilaron al mismo general, y sobre todo el baño helado que se dan en el frío manantial de la Garita”.