Guanajuato, Guanajuato
Ex sicario del CJNG dijo en una entrevista para Telemundo, como es el reclutamiento y entrenamiento para convertirse en asesino para esta organización donde los nuevos integrantes son obligados a realizar crueles tareas.
“ME OFRECIERON UN EMPLEO DE GUARDIA PRIVADO DE SEGURIDAD” NARRÓ EX SICARIO
Fernando, como lo llamaron en la entrevista, explicó que todo comenzó en un bar de un estado al sur de México en abril de 2018.
Fernando se encontraba en el bar cuando un hombre se le acercó y le dijo que se había quedado sin dinero, que si le podía hacer el favor de darle un aventón a un cajero. Fernando lo llevó a su carro, llegaron al cajero y el desconocido le dijo “Dame tú número de teléfono, te voy a marcar, me caíste bien”.
Pasaron unos días, tal y como lo prometió lo contacto y le ofreció un empleo como guardia privado de seguridad en Villahermosa, Tabasco, con un sueldo de 3 mil 500 pesos por semana, más viáticos gastos.
Fernando no sabía aún quién era este desconocido, tiempo después sabría que era uno de los hijos de Nemesio Oseguera, El Mencho.
Al día siguiente lo citaron en una estación de autobuses. “Yo veía que llegaba mucha gente. Éramos 19 hombre de edades entre los veinte, treinta y tantos años. Había albañiles, carpinteros, mecánicos, guardias de seguridad de antros, licenciados, contadores nos alojaron en un hotel con spa y a las seis de la tarde partimos rumbo a Puerto Vallarta, Jalisco”.
“En dos ocasiones nos preguntaron si queríamos continuar, y dijo uno que dirigía “Bueno, van ustedes a un adiestramiento en la sierra de Guadalajara para ser guardias de seguridad, ¿verdad?”, todos respondimos que sí. “Pues no van para guardia. Van a trabajar para el Cartel Jalisco Nueva Generación”, aseguraron. Entonces ahí entendí y entendimos todos que estábamos metidos en un gran problema, yo solo me quedé callado”.
UNO DE LOS 19 NO PUDO ARMAR LA PISTOLA Y LO MATARON
A medida que avanzaban en los entrenamientos, las pruebas se hacían cada vez más insoportables dentro del campamento mexicano ubicado en Talpa de Allende, Jalisco.
Fernando aprendió desde el primer día que la única forma de escapar del campamento era salir con los pies por delante, tres meses más tarde ya había aprendido mucho más: a manejar armas cortas y largas, a tender emboscadas, a respetar las reglas, a no ser chismoso y también a matar.
“Un día, el sol caía a plomo y nos obligaron a ponernos dos chamarras gruesas y a sostener el cuerno de chivo en posición de disparo durante una hora parados en un hormiguero, nos acercaron pollos asados, esa prueba de resistencia al dolor era para prepararnos en caso de resultar heridos en un enfrentamiento” recordó Fernando.
Con temperaturas de dos o tres grados centígrados, lo metieron dentro de un tanque en posición de disparo por media hora. Tenía que armar y desarmar el arma con los ojos vendados, lo golpeaban cuando no lo conseguía.
Los encargados de hacer respetar la disciplina eran expertos en tácticas militares contratados por El Mencho. Eran, según Fernando, desertores de fuerzas de seguridad mexicanas y extranjeras.
“El alto mando se había comprado a marinos de un grupo de élite. Hay navys de los Estados Unidos, hay Fuerzas Delta, hay de todo ahí” concluyó Fernando.
Con información de: Telemundo y Milenio