“Pese a lo gigantesco de los nubarrones,
confiaré en la luz que sé está detrás de ellos”.
Abel Pérez Rojas.
Mientras la violencia en todos los lados del mundo avanza desaforadamente y pareciera que marcha sin la posibilidad de freno alguno, el Yoga envuelve a más personas y sin tanto ruido está dando la cara por la pacificación de los seres humanos y sus distintos contextos.
En pocas palabras, el Yoga es un sistema de prácticas físicas, mentales y espirituales, originado en la India, y que busca la unión con lo absoluto o trascendente.
Hace un par de días y en dos medios distintos, se dio cuenta de cómo el yoga está permeando en culturas disímbolas, pero poniendo su parte para hacer de este planeta un lugar mejor.
Bajo el título: “La disciplina que conquista el mundo”, publicado en El País Semanal, Cristina Galindo hace una revisión por diversos países para constatar la penetración del yoga lo mismo en círculos de intelectuales y artistas, como de escuelas y centros diversos urbanos.
En el reportaje de Cristina Galindo en el que se incluyen cifras que de alguna manera nos dan ciertos parámetros de lo que aquí le vengo comentando:
“Se calcula que mueve 30.000 millones de dólares al año en todo el mundo; de ellos, 10.000 millones en EE UU. Hay sondeos que indican que casi 20 millones de personas lo practican a diario en aquel país, frente a los cinco millones de 2001. En España, el 12% de la población dice que es aficionada. La mayoría se ha enganchado durante los últimos tres años, según un informe de la web especializada Aomm. El futuro promete: al 52% de los que no lo practican les gustaría hacerlo”.
Si los datos económicos dan cierta referencia de cómo la práctica del Yoga está siendo aceptada, la resolución 69/131 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobada el 11 de diciembre del año pasado, es contundente: se proclama el 21 de junio Día Internacional del Yoga.
En los elementos que considera la resolución de la ONU, se destaca la contribución del Yoga en la prevención de enfermedades y en la adopción de formas de vida más saludables. Por ello reconoce: “difundir más ampliamente la información relativa a las ventajas que entraña practicar el yoga sería beneficioso para la salud de la población mundial”.
Hace pocos días, también La Jornada publicó: “Terapias alternativas a reclusos brasileños”, en dicho reportaje se destaca cómo aunado a prácticas ancestrales, el Yoga está siendo empleada para abordar con los reclusos su desarrollo emocional.
Aunque en el reportaje de La Jornada, más gráfico que escrito, no se dan mayores datos del éxito o no de lo anterior, la información me llevó a enterarme que con ciertas variantes, ya se están haciendo esfuerzos similares en algunas cárceles de Sudamérica, México, Estados Unidos, España y muchos otros países.
Como le dije al inicio: miles de mujeres y hombres, a través del Yoga, están haciendo un increíble esfuerzo para hacer de este planeta un lugar mejor.
¿Se mantendrá usted al margen de ese increíble movimiento mundial o se animará usted a poner su granito de arena?
Usted tiene la palabra.