Víctor Hugo Acosta Buendía, ¡Presente!

Dolorosa despedida al tercer policía asesinado durante la actual administración municipal

Por: Federico Velio Ortega Delgado.

Guanajuato, Gto.- Su esposa es policía, su cuñada es policía, él era policía. Es una familia que tiene en el uniforme, sea de bomberos o de preventivo, una vocación y una manera de vida. Lágrimas y desmayos, honores y salvas, dolor y rabia, sirenas y caravana. Así despidieron a Víctor Hugo Acosta, quien en el amanecer del martes fuera asesinado por motisicarios en la calle Los Prados.

Ululares fúnebres bajo un cielo azul

En la explanada de la Secretaría de Seguridad Ciudadana están en formación policías preventivos, cadetes de la academia de la preventiva, elementos de Bomberos y de Protección Civil. Formados, con rostros enjutos que develan rabia y tristeza.

La escolta espera, la guardia espera, el sacerdote espera, la prensa espera y esa espera es rota por el ulular. Motociclistas al frente, una patrulla con policías altos y jóvenes, armas reglamentarias, chaleco táctico, uniforme oscuro, de asalto; torretas que se pierden entre la intensa luz de un ultra cálido cielo azul.

El himno creado por Jesús Elizarraraz está presente: bañado por el sol.

¡Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!

Muchos de los presentes empiezan a parpadear para cerrar paso al llanto. Son las duras y los duros que protegen, pareciera que no tienen derecho una lágrima.

La carroza fúnebre se estaciona y atrás llegan vehículos con los familiares del caído cuando se disponía a ir a entrar a su turno. Lo emboscaron. Experimentado, con 38 años de edad y casi dos décadas de haberse iniciado en la profesión de servir y proteger, intentó defenderse. Las balas lo evitaron.

¡Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!

El ulular cede su torno a la Banda de Guerra, que lo recibe con la diana de honor, y al mensaje religioso de un sacerdote católico. La familia toma su lugar y el homenaje habrá de comenzar.

Víctor Hugo está en una dimensión distinta, que no podemos comprender, pero no por ello menos verdadera. Entre con los tuyos y entra en el descanso del Señor, tu Dios, idice el hombre de fe.

La ceremonia sigue su rigor: la Banda de la corporación coloca la bandera de México en el féretro de madera oscura, cubierta con una figura de San Judas Tadeo. Se hace el último pase de lista con el repetir con un bravío coral que con voz firme responde con un ¡presente! Las tres veces que se menciona el nombre del caído. Luego suenan tres veces las salvas de siete policías.

El toque de silencio de la Banda de Guerra de la corporación, las salvas y los gritos de orden cubren los contenidos sollozos.

En la guardia de honor se colocan el presidente municipal, Alejandro Navarro; el director de la Secetaría, Samuel Ugalde y dos personas más. Con timidez, la combativa regidora morenista Paloma Robles Lacayo se suma, en el costado izquierdo.

Sin miedo y sin descanso

Samuel Ugalde conduela. Hace una breve biografía de Víctor Hugo Acosta Buendía, conocido como el SIMUB, porque primero fue policía preventivo, luego se fue al Sistema Municipal de Bomberos, para regresar a la corporación.

Al principio firme, doña Wendy, madre del caído, hace de sus ojos agua, en silencio, como también lo hace Laura, la compañera que ahora enfrentará al mundo con los tres frutos del amor con ese hombre asesinado cobardemente.

Enaltece la labor de la policía que tiene vocación de cuidar y proteger a la familia y a la sociedad. Fustiga a quienes, sin conocer la vocación de servicio y sacrificio, critica a la corporación.

Alejandro Navarro, presidente municipal, secunda y señala un elemento importante: Víctor Hugo cayó como parte de la lucha por retirar sustancias dañinas de las calles y contra los envenenadores de la juventud. Refrenda la hipótesis de que lo balearon como represalia a las más recientes detenciones de vendedores de droga.

El primer edil recordó que, en su gestión -una elección y una reelección- han sido asesinados tres policías. El 9 de junio de 2020, una patrulla de la preventiva fue baleada en la comunidad de Cuevas. Un policía resultó herido y otro murió. El 22 de marzo de este año fue asesinado en Puentecillas, comunidad vecina de Cuevas, el subsecretario de la dependencia, Alejandro Camacho Escobar. Ahora fue Víctor Hugo Acosta, muerto el 18 de julio en la zona de Marfil.

 

Aquí está un hombre que murió por proteger a la sociedad, dijo, para luego pedir no politizar el hecho. El día de la agresión, pulularon anuncios del opositor Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para señalar que en el estado de Guanajuato asesinan a policías.

Su mensaje terminó con la arenga institucional:

¡Policía Municipal Guanajuato!

¡Honor, lealtad, sacrificio y honestidad!

Una bandera como símbolo de honor

Le escolta levanta la bandera mexicana que extendiera sobre el féretro. La doblan con la veneración de rigor y la entregan a Samuel Ugalde, quien a su vez la entrega a la madre y a la esposa del caído. Un abrazo grupal oculta el llanto de una madre orgullosa, una esposa compungida y dos hijas que se refugian en esas mujeres que ahora serán su principal fortaleza.

La cuñada, también policía, permanece impasible, con una rabia que sólo ahoga el dolor de ese momento.

Termina el homenaje. El cuerpo irá a una capilla de velación para que la familia lleve su duelo. La caravana que acompaña al cuerpo del policía caído se aleja entre el ulular y el llanto.

En la explanada de la corporación resuenan todavía los sonidos del pase de lista de minutos atrás:

¡Policía Víctor Hugo Acosta Buendía!

¡Presente!

¡Policía Víctor Hugo Acosta Buendía!

¡Presente!

¡Policía Víctor Hugo Acosta Buendía!

¡Presente!

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