
Irapuato, Guanajuato. “Vengo de una familia de diabéticos, yo empecé joven a tener azúcar”, dijo Rosa Zamarripa, una mujer de 64 años que ha vivido con diabetes desde los 20 años. Entre las dificultades de padecerla, el mal de orín o cistitis es su “mayor enemigo” y la ha acompañado durante los últimos 44 años.
Rosa comentó que desde muy joven tenía sobrepeso, pero la sed insaciable fue la razón por la que le diagnosticaron diabetes: “a mí me dio por tomar agua, te da una sed infernal que a lo mejor del estómago estás llena pero no se te quita. Es algo incontrolable, ya hasta después se te va quitando”. Desde ese momento, también apareció la necesidad de orinar constantemente y se ha convertido en un inconveniente de su día a día.
Recientemente ella acudió al médico porque además de las ganas de orinar, comenzó a tener vómito, tras su revisión le dijeron que su vejiga no tenía agua y necesitaba internarse para que se hidratara, pero no accedió por falta de dinero. “Esta vez me puse peor porque no comí como dos días, y solo tomaba agua y suero, y lo mismo que tomaba, lo mismo que devolvía, pero yo tenía ganas de ir a orinar y después no orinaba nada”, relató.
Además, lo largo de su vida, dejar el refresco ha sido difícil, porque como comentó, “el refresco y la nieve son mi vida”. A Rosa le ha constado seguir las indicaciones de los médicos en cuanto a su alimentación: “El doctor me dijo que tenía que tomar 3 litros de agua al día, pero no tomo eso, trato de tomar en vasos grandes y cuando se me acaban me vuelvo a servir”.
Sin embargo, las circunstancias le han hecho entender que su salud está en juego y que los años le van pasando factura. Por ello, aunque disfruta las cosas dulces, se ha limitado con su consumo, incluido el refresco, que no le puede faltar: “es algo que sigues comiendo, pero ya no tanto.
Ella comentó que, de sus 5 hermanos solamente una no está diagnosticada con la enfermedad, además de que varios de sus sobrinos también la padecen o están prediabéticos. Mientras que las valoraciones de los médicos, que antes la desconcertaban, ahora les ha restado importancia: “Yo nada más sé que tengo diabetes, pero me dicen que tengo de una y de otra, y ya luego me dicen tómese esto y esto otro”.
