Irapuato, Guanajuato
“Me dejas tomarme una foto contigo”, aunque distante y sin decir palabras, algunos militares se volvieron parte de las celebraciones del Grito de Independencia, en un marco llamado el Mural de la Identidad que representa momentos clave de la historia de México entre culturas distintas.
Estaba chispeando ligeramente y entre la plaza de los Fundadores, el templo del Hospitalito y el jardín principal, la vendimia y colores de las vestimentas variadas, eran parte del escenario, pero había un grupo que poseía como un imán para atraer la atención de los visitantes.
En medio de ese gran despliegue de seguridad, con policías municipales, estatales y federales, había algunos militares encima de patrullas que llevaban al frente gran armamento y que estaban estacionadas frente al mural elaborado por el artista Salvador Almaraz.
Serios y sin emitir palabras, los militares veían como eran encendidos los llamados fuegos artificiales, posterior a que el alcalde, Sixto Zetina Soto, gritaba los nombres de los libertadores de la Independencia, aunque para algunos son momentos trágicos y con poca esperanza, por la gran cantidad de hechos delictivos, aumento del precio del dólar, malas acciones de políticos, entre otros.
Sin embargo y especial para niños y jóvenes, los militares eran parte de ese atractivo; los primeros en acercase a los soldados simplemente se tomaban fotos, aunque ellos ni siquiera se pudieran mover, pues formaban el cerco de seguridad.
La distancia se fue acortando cada vez más, hasta que se hizo una fila de personas para tomarse la foto del recuerdo y los militares cedieron a ese momento en el que dejaron de lado las órdenes por el sufijo de convertirse en los festejados, pues ya no eran de “piedra”, sino de carne y hueso.
En medio de la algarabía, las enchiladas, los pambazos, las tizas de colores en verde, blanco y rojo; los puestos con ventas de pulseras, café, hot cakes y hot dogs, aunque estos últimos no muy mexicanos, pero que ya han sido adoptados entre los alimentos de gran consumo, el grito a Morelos, Hidalgo o La Corregidora eran escuchados “sólo de fondo”, pues lo importante era la fiesta, la convivencia, el patriotismo y la identidad.