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Ricardo Vleid, entre la búsqueda del sello propio y el dolor

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“El dolor también es uno de nuestros maestros”.
Abel Pérez Rojas.

En los días de su majestad copy and paste, es altamente gratificante encontrar quienes se empecinan en vencer el dolor, lograr la inmortalidad, e inspirar a las próximas generaciones. Ricardo Vleid lo está haciendo dentro del freak show o espectáculo de fenómenos.

Con estudios universitarios a cuestas en Mercadotecnia y cursos de actuación desde la infancia, el jalisciense –y poblano por adopción- Ricardo Vleid se define primordialmente como faquir y en menor medida mago.

Dice Vleid que empezó haciendo trucos con cartas, cuerdas, monedas, cigarros, pero poco a poco se fue inclinando hacia la magia bizarra, algo que tiene que ver con temáticas de brujas, fantasmas y espíritus.

Su transición la concibió como una transgresión de lo habitual a lo inusual. Se centró en poner a prueba su cuerpo en relación con el control del dolor. Esto en el sentido profesional significó el despunte en su carrera, pero como persona pudo sacar toda la ira y frustración que había acumulado en su adolescencia, etapa en la cual la orfandad paterna y el dolor lo motivaron a ir a la búsqueda de lo ignorado.

Fue influenciado inicialmente por Diego Minevitz, mago y escapista argentino, con él descubrió hace algunos años su vocación. Más tarde, conoció al faquir Isaac Gutiérrez, de quien aprendió la manipulación orgánica, a acostarse en cama de clavos, a caminar en vidrio, a romper bloques con el cuerpo, a comer antorchas y escupir fuego.

Al combinar las enseñanzas de Minevitz y Gutiérrez, Vleid armó su primer show con disciplinas como escapismo, ruleta rusa, faquirismo y con magia bizarra.

Con el paso del tiempo Vleid ha logrado aterrizar nuevos conceptos que posteriormente –según su dicho- son generalmente mal copiados por otros de sus colegas. Hoy por hoy no hay un solo mago bizarro en México que no tenga un concepto de él directa o indirectamente, suele decir.

Más allá de que sea cierto o no, eso lo impulsa a concebir más puestas en escena con cada vez mayor producción y más presentaciones en el extranjero.

Vleid es un obsesivo de incorporar en su obra maquillaje, vestuario, caracterizaciones, actitud y efectos. Al efecto estudió a los hititas, a los fenicios, a los caldeos, a los druidas y la literatura del horror colectivo para hacer lo que hoy propone en escena.

Le pregunto a un pensativo Ricardo Vleid: ¿Dónde radica el secreto de lo que haces? Ricardo, sin titubear, me dice “no voltear a ver lo que hacen los demás y a perder el miedo, sobre todo al dolor que causa la agresión física, aunque todavía es peor el dolor emocional”.

Vleid dice que se encierra en sí mismo para imaginar lo que le podría suceder al personaje, y materializarlo físicamente. Por supuesto que reconoce abrevar lo que durante siglos hemos heredado de faquires, magos e ilusionistas, pero ¿qué razón tendría hacer algo sin el sello propio y de paso vencer el dolor?

Podría platicarle más de este joven de veintiséis años, pero me quedo con esta última interrogante porque creo que hermana a muchos de quienes andamos a la caza de respuestas ¿usted no?

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