GUANAJUATO, GTO.- La nación Úz’a, los hñäuñh de Doctor Mora y los alabanceros del viejo pueblo chichimeca de Analco (San Felipe) mostraron que siguen vivos, por encima de incumplidos pactos de paz: Tire Pame y Yozipa(Dios Pájaro) convivieron con Nuestro Señor Jesucristo, en una alianza con Xólotl, Ehécatl y San Ignacio de Loyola, que mostraron a un país de mayoría mestiza que la sangre de los pueblos que la historia pinta como sojuzgados, sigue latente y latiendo.
Así fue la esencia del espectáculo del Concierto de las Sonoridades Rituales, representado en el San Felipe Neri -de la Compañía de Jesús-, con la Orquesta Sinfónica Juvenil Vientos Musicales, junto a Los Tunditos de Dr. Mora, los Danzantes Éza’r de San Luis de la Paz y los Alabanceros de San Felipe.
Fue un viaje sonoro que fusionó la música orquestal con la música ritual tradicional guanajuatense, presentado en el marco del Festival Internacional Cervantino número 52.
Vientos Musicales” es uno de los pilares del Instituto Estatal de la Cultura y del Centro de las Artes de Guanajuato. Ofrece una educación musical integral a niñas, niños y jóvenes del estado que, a partir de una plantilla inicial de directores-instructores, surgidos del fenómeno musical regional, y capacitados continuamente en la didáctica musical y la reflexión sobre el entorno socio-comunitario.
Se han conformado 27 agrupaciones musicales, entre Bandas Sinfónicas, Ensambles Corales y Orquestas infantiles y juveniles en 26 Municipios del Estado. De estas agrupaciones musicales, surge la Orquesta Sinfónica Juvenil, que es el grupo representativo de los beneficiarios de este programa.
Fue la base de la formalidad cultural para acompañar a los Ézá’r (plural de úzá), los llamados chichimecas jonaces de la Misión de San Luis de la Paz. Venustiano García, el representante del grupo, recalca: somos ézá,r, nuestra danza es la sangre de los ancestros.
El 25 de agosto del Año del Señor de 1552, la Corona Española, con don Nicolás de San Luis de Montañez, descendiente del rey mexica Moctecozuma, y Chupitantehua, el maxorhú de la nación ézá’r, firmaron un acuerdo de paz y con ello habría de surgir San Luis de la Paz.
Los ézá´r no pudieron ser vencido por mexicas, p’urépechasni españoles. Fue el amor de frailes jesuitas el que los indómitos aceptaron la paz. Su antigua fe se fusionó con la nueva, pero nunca olvidaron sus raíces. Y con ellas estuvieron en el FIC.
Los tunditos de Doctor Mora, con su tundo (tambor) y chirimía (flauta), eran los vecinos de las tribus pames, jonaces, huachichiles y huamares. Ahora se juntaron con sus hermanos chichimecas para recordar que culturalmente jamás fueron derrotados.
Los alabanceros de San Felipe son un mestizaje fruto del canto para abrir camino hacia el Mictlán, y el largo viaje de las ánimas cristianas rumbo a su destino.
El canto emotivo de las alabanzas y el sonar lastimero de los adioses a las almas que parten hacia la abstracción espiritual fueron también el marco previo al Día de Muertos.
El investigador e historiador de la Universidad de Guanajuato, José Luis Lara Valdés, destaca:
“Ya tienen identidad propia de Nación Originaria. Casi 500 años de habérselo negado el imperio que invadió sus territorios, ya su lengua ha sido vinculante a su historia. Hablar úzá, ser ézá’r. Les llamaron (generalizando porque así convenía) “chichimeca”. La Misión de Chichimecas en San Luis de la Paz. Ya están aquí”.
Fue este 23 de octubre de 2024, en el templo de La Compañía (jesuita el recinto tuvo que ser).
El dios de la cruz saludó al vendaval de Ehécalt, mientras kundha (el águila), charla con la paloma del Espíritu Santo.
Los ézá’r de San Luis dejaron las armas para ser pueblo marginado; esta vez tomaron la sede de quienes de buena fe los convencieron, para demostrar al mestizaje fruto del invasor cristiano, que siguen vivos.
