Irapuato

“Ramoncito”, el perro que cuidaba el panteón

En homenaje póstumo, contamos las historias que dejo en vida Juan Vázquez Díaz, quien por más de 5 años fue velador del Panteón Municipal de Irapuato

Irapuato, Guanajuato. Juan Vázquez Díaz, “Juanito” como era conocido, fungió como velador del Panteón Municipal de Irapuato durante aproximadamente 5 años en el turno nocturno, hace unos meses en entrevista contó un poco sobre su experiencia en el camposanto.

Hace un par de semanas, nuestro querido amigo “Juanito”, falleció y con gran respeto realizamos este homenaje en tres partes, donde el irapuatense contó sus experiencias dentro del Panteón Municipal de Irapuato.

Primera parte:

A través de los ojos del velador “Juanito”: La niña del panteón municipal de Irapuato

“Juanito” compartió que, al principio, experimentó cierto temor a lo desconocido, al igual que cualquier otra persona. Sin embargo, lejos de sentir miedo, descubrió que no temía estar dentro del panteón. “No siento miedo aquí, al contrario, me he identificado con este hermoso lugar. Mi trabajo me apasiona”, afirmó.

Además de ser un excelente vigilante, Juan demostró un valor humano invaluable al adoptar perritos y convertir el panteón en su hogar. “Ramoncito es uno de los perritos que he adoptado, al igual que los demás. Todos son parte de mi familia. Me reciben todos los días con mucho amor y cariño”, mencionó.

“Juanito”, compartió una historia que vivió junto a “Ramoncito”, uno de los perros vigilantes del panteón; “Hace un tiempo alquilamos baños portátiles para el 2 de noviembre y me dijeron que llegarían a las 7 de la noche. Sin embargo, pasaron las 11 y recibí una llamada de los proveedores, quienes me informaron que su camioneta se había descompuesto y que llegarían más tarde. Cuando llegaron, Ramoncito el perrito, me acompañó durante todo el proceso.

Cuando los hombres se fueron, le hablé y le dije que nos fuéramos de nuevo a la oficina, pero él no me hizo caso. Así que tomé mi bicicleta y, mientras empezaba a pedalear, Ramoncito me gruñó de una manera inusual. Sabía que algo no estaba bien, así que volteé a verlo y le dije: ‘¿Qué tienes, que te pasa? Me alcanzas’. Cuando llegué a la oficina, allí estaba Ramoncito, acostado y durmiendo plácidamente, ¿quién me gruño y acompaño?, hasta el momento no lo sé”, concluyó.

En memoria a Juan Vázquez Díaz.

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