Irapuato, Gto.- Alejandro Mitzy Ruíz es un organillero que desde hace ocho años ha realizado su trabajo en el Bajío del país, recorriendo desde Guadalajara hasta Querétaro.
Este hombre de 40 años de edad es originario del Distrito Federal pero reside en Celaya y como organillero ha podido mantener a su familia.
Alejandro lleva tocando el organillo por 21 años, con él ha visitado varios estados de la República Mexicana. Actualmente designa los jueves para trabajar en Irapuato, en sus palabras, “porque ese día no ponen la música de la fuente”.
En su trabajo hay días malos en los que saca sólo para la renta del organillo (100 pesos diarios) y de 50 a 80 pesos extra. Pero también hay días buenos en los que ya le queda para comer carne en la casa, expresa Alejandro.
No cualquiera puede dedicarse a esto, la persona que quiera hacerlo debe ser integrante de una familia que haya tenido el trabajo por generaciones. A Alejandro le rentan el organillo porque tiempo atrás acompañaba a su tío a tocar y por eso ya lo ubican.
A pesar de haber querido comprar un aparato no le ha sido posible porque los dueños son muy celosos, “además ya no los fabrican”, comenta.
La persona que les da mantenimiento a estos aparatos es un hombre chileno, pero si se presenta una falla “sencilla”, Alejandro ya sabe arreglarla.
Este trabajo es cansado y agobiante, explica el organillero. Su horario es de 9 de la mañana a 8 de la noche. Suele descansar un solo día a la semana y prácticamente no tiene vacaciones.
A pesar de esto le gusta su trabajo “esto me cayó así como anillo al dedo” ―comenta― “…andar en la calle, viajar, ir en el autobús, ver los paisajes, me encanta, sobre todo andar aquí en provincia…”
Todos los días regresa a Celaya. Sólo cuando va a Querétaro o a Guadalajara se queda por tres días en dichas ciudades. En ocasiones realiza tours, que consisten en poner un lugar como objetivo, por ejemplo, Puerto Vallarta. Recorre con su organillo cada lugar hasta llegar a la ciudad querida.
Cuenta que en una ocasión, mientras se encontraba de tour en León, los de fiscalización lo corrieron. Lo mismo le ha pasado en Guanajuato, Dolores Hidalgo y San Migue de Allende.
Desafortunadamente se ha encontrado con personas que desprecian su trabajo y lo critican, “ahora sí que hay que tener un espíritu fuerte y decisivo para salir a la calle y decir: vamos a ir por una lana”, comenta.
Alejandro divide a su “público” en tres tipos: un 35 por ciento de personas a las que le disgusta su trabajo; 30 por ciento de personas a las que sí les gusta lo que hacen; por último, un 35 por ciento de gente a la que le resulta indiferente lo que hace.
Esta tradición se ha mantenido gracias a quienes siguen admirando la música de los organillos. Y esa misma gente es la que le da ánimos a Alejandro para continuar con su trabajo.
“Me recuerda la época de Pedro Infante este organito, por eso me gusta mucho, se oye bien bonito” se oyó decir a un señor que se acercó a Alejandro mientras platicaba su historia a Notus.
Énfasis
Los organillos o cilindros tienen en su mayoría siete canciones, entre ellas: Volver volver, Amigo organillero, El vals de Alejandra, Noches eternas, En defensa propia, Dos hojas sin rumbo, Las mañanitas y Cielito lindo.
No somos. Vagavundos. Ni ignorantes. Soy. Biologo. Y mi conpañero. Lic en derecho penal. Pero no ay travajo y soy organillero. Los tianguistas mas k nada no les gusta k. Estorvemos en su lugar. Siendo k es la calle y la calle es de todos. No