“No era bocho, era un Chrysler imperial del 57” así lo dijo José Alfredo Jiménez Medel en relación al famoso corrido, compuesto por su padre, “El corrido del caballo blanco”.
Es bien sabido que en el imaginario de los fans del compositor guanajuatense, el corrido no habla sobre un caballo, sino que es una alegoría sobre un automóvil, en particular un bocho color blanco.
La madre de cantautor le contó con detalle la anécdota de esta famosa canción; el compositor había adquirido ese auto y se le ocurrió bautizarlo como el “caballo blanco” y en son de burla, bautizó a su secretario y amigo, Benjamín Rabago, como el “noble jinete” de aquel caballo blanco, señaló que le contó su madre.
En una ocasión el artista fue contratado para iniciar una gira que iniciaba en la ciudad de Guadalajara y que concluiría en Tijuana, en donde ya se habían vendido todos los boletos en las diferentes plazas que tocaría la gira, dijo el hijo del cantautor; sin embargo por diferentes cuestiones el empresario dejó al cantante tirado en Guadalajara sin los gastos de los viáticos y sin manera de trasladarse a las ciudades que continuarían en la gira, según contó la mamá del cantante.
José Alfredo Jiménez se preocupó por el público que ya había pagado por escucharlo, así que pidió Benjamín Rabago lo llevase a cumplir con la gira en el “caballo blanco” manejado por su “noble jinete”, pues no quería dejar plantado al público.
De esta anécdota se le ocurrió al guanajuatense componer un corrido que narrara la vivencia y fue así que utilizó una serie de analogías para referirse a la travesía que emprendieron los dos amigos a bordo del caballo blanco, siendo las más famosas, aquella que dice que el caballo cojeaba de la pata izquierda, es decir se le poncho la llanta trasera izquierda; cuando menciona que llevaba todo el hocico sangrando, se refiere a que el Chrysler Imperial 57 se le rompió el radiador y se le salió todo el líquido contó el hijo del compositor.