Por Alice Juárez.
Señora bonita, el sol brilla hoy como nunca; pues viene a felicitarle, ¡se ha enterado de que hoy es su día!
Sí señora de cabellos blancos, mirada cansada y linda sonrisa, que en vez de dejarse consentir corrió al mercado desde temprano a hacer sus compras, es diez de mayo.
Sus hijos vienen a su humilde hogar, su casa se llena de nietos correteando y tirando todo, pero para usted eso es lo de menos, lo importante es que, aunque sea por este día volverán a reunirse y sentarse a la mesa como cuando eran niños.
Como cada año observará a cada uno y se hará la pregunta de siempre ¿Cuándo crecieron?, en ese momento señora es cuando se da cuenta, que todo valió la pena, esos chiquillos que siempre estaban peleando se convirtieron en personas de bien; en padres y madres responsables, para su orgullo señora algunos de ellos hasta son profesionistas.
Se abre el álbum de los recuerdos en su mente; se acuerda clara mente de todo, la fecha y hora exacta en que nacieron cada uno, quien era el más chillón, la que siempre se quejaba de todo, el tranquilito, limpio y aplicadito al cual llamaba menos la atención y ya todos decían que era su consentido, el que siempre fue rebelde y por quien se la vivía apenada en la dirección de la escuela, escuchando las quejas de los maestros y con todo el dolor de su corazón tenía que corregir, aunque después de hacerlo llorará en un rinconcito de la cocina, pues sentía que se le había pasado la mano.
¡Que de recuerdos señora bonita!, quien le iba a decir lo rápido que pasarían los años, lo pronto que crecerían sus niños y lo orgullosa que estaría de ellos por el simple hecho de que son sus hijos.
Agradecemos a Dios por su vida, por el honor de tenerla entre nosotros un año más; porque gracias a usted, señora a su esfuerzo y perseverancia podemos seguir adelante. Gracias por ser quien es y por todo el amor que nos regala.
Gracias infinitas porque por usted sabemos del amor sincero, ¡ese amor que solamente nos puede otorgar ese ser maravilloso llamado mamá!