Opinión.- Luiz Inácio Lula da Silva es una de las figuras más influyente en la historia reciente de Brasil. En las próximas elecciones federales su persona y lo que representa para millones de sus compatriotas contenderán desde dos trincheras diferentes ¿cuál ganará?
La vida de Lula es todo un ejemplo: de labrador, pasa como obrero a la industria metalúrgica, luego sindicalista y poco a poco se va encumbrando en la vida política de su país.
Por si fuera poco, la trayectoria de Lula se ve coronada cuando conquista la presidencia de su país, y permanece en ese puesto por siete años, durante los cuales encabezó un gobierno altamente eficiente que posicionó a Brasil como una potencia emergente.
Lula recibió una gran cantidad de reconocimientos internacionales, por todo ello, tanto que Brasil fue tomado como ejemplo en todo el mundo de cómo podía gobernar bien un partido de izquierda.
Fue tal el respaldo popular a Lula como presidente, que no tuvo ningún contratiempo para que su compañera de partido y ex colaboradora, Dilma Roussef, le sucediera. Lula había ganado nuevamente con el triunfo de Dilma, porque podría darse continuidad a su herencia política.
Conforme fue avanzando el mandato de Dilma Roussef, la vida política, económica y social en Brasil fue tornándose contraria y diferente a lo planeado.
La desaceleración de la economía carioca, los sonados casos de corrupción (que involucraron a la iniciativa privada con los partidos políticos a través de financiamientos no transparentes), los retrasos y los sobreprecios en las grandes obras planeadas para la Copa Mundial de Futbol, los enfrentamientos entre las fuerzas policiales y el ejército contra quienes protestaron por los gastos exorbitantes y las obras fastuosas con motivo del Mundial, y para rematar la desastrosa actuación de la Selección de Futbol – la cual había sido usada como punta de lanza para excitar los sentimientos patrios-, despertaron de su sueño de potencia mundial a millones de brasileños.
Los resultados de la segunda parte del gobierno de Dilma sirvieron para cuestionar el trayecto de Brasil como nación y para preguntarse qué tan conveniente es la reelección de la presidenta.
Ante la proximidad de las elecciones presidenciales – 5 de octubre- Lula ha tenido que salir a la palestra y apoyar abiertamente a Dilma Roussef, candidata del Partido de los Trabajadores (PT). Lula sabe que es querido y bien recordado por millones de brasileños, además de que es respetado inclusive por sus adversarios políticos. Lula sabe que puede aportar votos a su candidata vendiendo la idea de que votar por Dilma es votar por él. Lula tiene razón, muchos brasileños así lo ven.
Pero curiosamente se ha presentado algo pocas veces visto: votar por Dilma es votar por Lula el expresidente, el Lula de carne y hueso, pero votar por la otra candidata, la del Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, es hacerlo por el Lula arquetípico, es hacerlo por el ejemplo de vida que enamoró a sus compatriotas y lo eligió como presidente.
Marina Silva es la ambientalista. Es la pedagoga convertida en política que alfabetizada tardíamente se abrió paso hasta que, transcurridos los años, fue elegida por Lula para ser su ministra de Medio Ambiente. En resumen, tiene razón Juan Arias cuando dice que Lula no tiene elementos para, ahora que está de regreso en la arena política, desactivar la preferencia electoral creciente de Silva, no tiene cómo, ante la probidad y talento de Silva.
El electorado está viendo en Silva al símil de Lula de hace unos años, tal vez por eso, por las banderas que está rescatando en su campaña y el desencanto ante Dilma, ahora Silva encabeza ligeramente las encuestas y ante una eventual segunda vuelta las encuestas la dan como segura ganadora.
Lula contra Lula ¿cuál ganará?
“Los personajes conforman
un ser arquetípico que les sobrepasa
y les da el carácter de históricos”
Abel Pérez Rojas.
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com / @abelpr5 / facebook.com/PerezRojasAbel) es poeta, comunicador y doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com