Por Eréndira Núñez Millán.
Guanajuato, Gto.- Guanajuato o la cañada como mejor se le conoce a la capital del estado, cuenta con una amplia historia, cultura y tradición.
Tal es el caso de los hidrantes, que no es más que las antiguas llaves públicas, ubicadas en diferentes partes de la ciudad, piezas de un gran valor histórico y cultural para los capitalinos que en su tiempo de esplendor, por allá de los años 1960 y a lo largo de unos cien años, abastecían de agua a la población, pero que en la actualidad han ido quedando en el desuso, en el olvido y han quedado en el pasado como un recuerdo más de la época antigua de esta ciudad.
Se dice que el municipio de Guanajuato comenzó a crecer de tal manera que llegó el momento de estar entre las más importantes de la Nueva España.
Sin embargo en el siglo XIX el problema al que se enfrentaba la población era el abasto de agua potable para sus habitantes, por tal motivo surgieron estas llaves en donde los habitantes de Guanajuato debían acarrear el líquido en grandes cántaros hasta sus viviendas.
Ante la necesidad que tenía la población de llevar el vital líquido hasta los hogares, ahí comenzó el oficio de los “aguadores”, a quienes se les pagaba por acarrear el agua hasta las casas de las familias que se los requerían, oficio que fue muy popular por muchos años.
Luego de que los hidrantes fueron altamente necesarios entre los cuevanenses, con el paso de los años y la llegada de la modernidad en el abasto de agua y la implementación del Sistema municipal de Agua Potable los hidrantes fueron dejando de usarse y hoy son barias decenas de llaves que se encuentran en calles, callejones y plazas de la cañada.
Algunos hidrantes están en malas condiciones y tanto autoridades como ciudadanía han impulsado el rescate de estas piezas históricas; sin embargo aunque muestran desgaste aún conservan su esencia y la historia que les caracteriza se mantiene presente y es evocada por cada guanajuatense cuando pasa cerca alguna de estas antiguas llaves.
