En la actualidad, la amplia mayoría de la gente responderá que no es racista. Y es posible que no lo sea, al menos, consiente o voluntariamente. Durante los últimos años, la Psicología Social ha estado investigando que el racismo ya no se expresa de manera frontal, explícita. El racismo de hoy es encubierto, latente, ha cambiado y se ha adaptado al control social, se oculta bajo nuevas formas de expresión lingüística, creencias y actitudes. La parte psicológica que evalúa estos aspectos se ha visto modificada por el hecho de la relación de la misma base histórica del nacimiento del racismo con el uso de lo que conocemos como un prejuicio social.
Con el paso de los años se ha ido forjando una visión un tanto “indiferente” socialmente hablando, y tomando en cuenta que este hecho es muy importante, se otorga la asignación del concepto como referencia al racismo al tema del prejuicio y de la discriminación, así como a cada uno de los esfuerzos que han llevado a cabo diversos organismos y entidades gubernamentales al menos en la mayoría de los países, es fundamental tener en cuenta que estos fenómenos no siempre han sido considerados como un “problema social”. El prejuicio y la discriminación tienen su propia historia marcada por el nivel de aceptación de estos fenómenos y el sometimiento al análisis de las disciplinas sociales desde distintas perspectivas.
Algunos prejuicios pueden transformarse en ideologías y alimentar el odio. Una de esas ideologías es el racismo. El racismo implica conductas abusivas o discriminatorias contra las personas debido a su imaginaria “inferioridad”. Ha habido una amplia propagación de la creencia de que hay razas humanas dentro de la especie, sobre la base de las diferencias físicas. La investigación científica demuestra, sin embargo, que “las poblaciones humanas no son claras ni están delimitadas biológicamente en distintos grupos“, y que la raza es una entidad o construcción social. Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y, por tanto, no tiene sentido hablar de “razas”.
Si nos enfocamos en el tema del respeto a la diversidad cultural y de razas, propiamente relacionada con el llamado “Genoma Humano” englobaremos conceptos que están ligados al desarrollo y socialización de los seres humanos en conjunto, si las personas reconocen los derechos de las minorías étnicas, contribuyen al desarrollo de su cultura, religión y lengua, sin discriminación.
Para poder comprender el comportamiento de las personas, existe un modelo Biopsicosocial postulado por George Libman Egel el cual se fundamenta en el siguiente concepto: El ser humano es una unidad biopsicosocial, es decir, tiene la capacidad de relacionarse socialmente y una mentalidad compleja basándose en muchos aspectos como valores, conciencia, ética o personalidad; permitiéndole tener relaciones sociales en familia, amistades, comunidad, grupos sociales, entre otros y comportarse de acuerdo a sus intereses psicológicos”.
¿Te has puesto a pensar cómo sería tu vida desde esa perspectiva directa, viviendo la discriminación en carne propia?
Por ejemplo, “En algunos países, los ciudadanos de ascendencia africana tienen más probabilidades de quedarse sin empleo a diferencia de las personas de piel blanca. En caso de que un afroamericano se encuentre trabajando, su ingreso no llega ni a la mitad de lo que percibe un blanco”.
Un caso no tan lejano han sido las anteriores declaraciones discriminatorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump hacia los mexicanos ¿En verdad podemos sentirnos de esta forma?
La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010 (Enadis) evidenció que en este país tres de cada 10 ciudadanos reconoce que a las personas se les insulta en la calle por su color de piel y el 74.6% de los consultados considera que no se han respetado sus derechos por su apariencia física.
Los mexicanos identifican a las personas de piel blanca como más guapos, inteligentes, agradables, mejor educados y de clase social privilegiada, mientras que las personas de piel oscura son consideradas menos educadas, desagradables y de clase baja. De ahí que exista una correlación entre clasismo y racismo. Estos factores desgraciadamente han ido definiendo muchas de las decisiones políticas y sociales en el país.
Vivimos en un país en el que el color de la piel y la identidad mestiza, son factores discriminatorios en el mercado laboral en México, ya que de acuerdo a estudios relacionados un 11 por ciento de las personas de piel blanca y con estudios universitarios tiene más probabilidades de conseguir un empleo que alguien de piel no tan clara.
Estos datos y otros similares permiten concluir que en nuestra sociedad las personas consideran que está mal tener prejuicios y creen que ellas no los tienen. Sin embargo, la situación discriminatoria en la que se encuentran muchos grupos tradicionalmente marginados es un claro reflejo de que la igualdad en el trato es un ideal bastante lejano aún. Así, en nuestro país existen claras diferencias en el nivel económico y sociocultural de grupos minoritarios como el de los inmigrantes, pueblos indígenas y otros grupos vulnerables en comparación con el resto de los ciudadanos.
Sin duda alguna, el racismo y la discriminación sigue siendo un tema contradictorio, ya que vivimos en una sociedad que aparentemente no discrimina, pero que muy en el fondo con algunas de sus acciones cotidianas lo está haciendo sin darse cuenta. Las investigaciones sobre el tema tienen por objetivo evaluar y describir los prejuicios sociales. Es entonces cuando comienzan a construirse medidas para evaluar los estereotipos que la sociedad ha seguido alterando por algunos medios de difusión como “un ejemplo” de lo correcto, del color de piel, la postura, la genética y otros.
“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”
– Nelson Mandela
|DENISSE GÓMEZ|