
Por Daniela Solórzano.
Pénjamo, Guanajuato.- La psicóloga Andrea Herrera del Centro de Salud de Pénjamo habló de las problemáticas respecto a la sexualidad en el municipio de Pénjamo. Los trastornos sexuales están más ligados a la población adulta y abarcan varios ámbitos de la vida de hombres y mujeres.
En las mujeres, el trastorno sexual más común es la anorgasmia, la incapacidad para experimentar un orgasmo. Para el caso de los hombres es la disfunción eréctil.
En cuanto a los factores que contribuyen al desarrollo de estos trastornos está el entorno social. Según indicó la psicóloga, más de dos tercios de las mujeres no experimentan orgasmos al momento de tener relaciones sexuales con su pareja.
Las creencias que aún persisten en la población sobre este tema acrecientan el problema. La psicóloga comentó que todavía existe el pensamiento de que las mujeres deben tener cierto recato en la forma en la que viven su sexualidad y quienes la disfrutan son juzgadas. “Me dicen: es que si tengo un orgasmo luego mi esposo me va a decir que con cuantos he estado”, comentó la funcionaria.
La falta de conocimiento del cuerpo femenino y la poca preocupación de la pareja por el placer de las mujeres también es un elemento decisivo. Las mujeres “son más sensoriales” y por ende necesitan estímulos como caricias y besos.
Asimismo, Andrea habló de los roles que cumplen día a día las mujeres y los hombres penjamenses y cómo esto repercute en los trastornos de cada uno. Las mujeres son madres, esposas, amas de casa y se encargan de diversas cuestiones diariamente, por lo que es complicado que tengan deseos de estar con su pareja en la intimidad después de concluir sus labores. El cansancio disminuye el deseo sexual y su última preocupación es el orgasmo.
Por otro lado, la disfunción eréctil está estrechamente ligada a la carga que tiene los hombres en el hogar. Al ser proveedores de la familia, muchas veces no logran concentrarse por pensar en los problemas económicos que deben solucionar y por lo tanto no experimenta satisfacción. Como derivado de estos trastornos surgen respuestas emocionales como la frustración, la baja autoestima y el estrés.