Guanajuato

Juan Pablo Sánchez y la condición familiar que lo convirtió en intérprete de lengua de señas mexicanas

Comunicar a personas con discapacidad auditiva es garantizar sus derechos humanos, explica

Guanajuato, Gto. – En la pantalla grande, personas que debaten; en el recuadro, un hombre que traduce. En la pantalla grande, mensaje sonoro: en el recuadro, las manos y los movimientos del rostro “hablan”. Convierte a la lengua sonora en lengua para personas que no oyen.

Se trata de Juan Pablo sÁNCHEZ, intérprete de lengua de señas mexicanas. Su trabajo consiste en llevar el español a lengua de señas y viceversa. Sus servicios son requeridos por instituciones y empresas que asumen que el derecho a la información debe ser incluyente: el mismo derecho a saber qué se difunde tiene una persona que habla y oye que una que tiene discapacidad auditiva.

Una pasión que nace en la familia

Leonés de origen, es uno de los expertos en esta forma de comunicación en el estado. Nació en 1977 y a los 30 años de edad, en 2007, decidió estudiar de manera formal esta forma de comunicación.

Buscó dónde prepararse y encontró fuera de Guanajuato el lugar ideal para cumplir su cometido:

Su especialización está certificada por la Universidad Politécnica de Santa Rosa Jáuregui, estado de Querétaro. Es una de las instituciones de la región más reconocida en ese ámbito.

– ¿Por qué surgió esa inquietud?

Explica:

– Toda mi vida me he comunicado con señas, desde niño.

Era menester hacer nuevamente la pregunta de rigor:

– ¿Por qué?

Con claridad y sin mayores preámbulos, respondió:

– Mis padres son sordos.

La charla tiene un breve silencio de sorpresa.

Pasado el instante, dijo que fue ese aspecto de su vida el que lo motivó para ir más allá y prepararse para comunicar no sólo de manera profesional: también contribuir a que puedan hacerlo otras personas que están en situación similar a la de sus padres.

Por lo anterior, se autodefine como “intérprete bilingüe”. Esto es: traduce el español hablado al español en señas y viceversa.

A diferencia de quien establece una manera tradicional de comunicarse con “referencias” tradicionales, el intérprete conoce un vocabulario y tiene una formación con método, que le permite comunicarse manera clara, específica y fluida

Precisión académica

Lo que él hace con señas es una lengua y no un “lenguaje”, como comúnmente se dice: “la lengua es la manera como las personas se comunican; el lenguaje es cómo se adquiere el mensaje”.

En efecto: es una lengua porque representa maneras de expresión que tienen un significado preciso. Y es una lengua de señas mexicanas porque se basa en nuestras propias y particulares formas de expresión verbal:

– Cada país tiene maneras muy suyas de comunicación, tiene sus propias costumbres y por eso existe una lengua para cada uno. En mi caso, me preparé para las señas mexicanas.

Se le inquiere nuevamente:

– ¿Cómo platicar con lenguas de señas con alguien que también es parte de un país de habla hispana o con alguien que tiene como lengua de entorno un idioma extranjero?

La respuesta es clara:

– Se puede platicar con señas en otros idiomas, con personas que viven donde se habla español o, incluso, otro idioma, mediante “clasificadores”, que son formas y figuras cercanas a los objetos reales.

Esta manera de comunicar es la más relacionada con lo que hacía en la primera parte de su vida.

La otra aportación

El instructor atiende solicitudes de servicios de dependencias como el Congreso del Estado, el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato, la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato, el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia y el Instituto de Acceso a la Información Pública del Estado de Guanajuato, entre otros.

Suele ser contratado para las transmisiones en televisión o por vía digital, pero también en conferencias y conversatorios, independientemente que sean o no transmitidos. Su labor es contribuir a la inclusión y garantizar de esa manera los derechos humanos de personas que no oyen.

También ha dado cursos a personas que laboran en el sector público estatal y en el Poder Legislativo. Puede tratarse de talleres introductorios a la lengua de señas o para ampliar y mejorar su conocimiento en la materia. El objetivo es formar a quienes deben, en diferentes instancias gubernamentales, atender a personas sordas.

Por esa razón, además de haber estudiado en Querétaro y tomar constantemente cursos de actualización, ha optado por estudiar una disciplina que le proporcione más herramientas para capacitar a otras personas: es alumno de la licenciatura en pedagogía.

Ha terminado el receso. Juan Pablo retoma su lugar, sentado o de pie, su labor suele ser dirigirse a un receptor invisible. Esta vez lo hace ante una cámara de video. Es otra de sus virtudes: expresarse sin ver a interlocutor humano alguno al frente.

Busco en el teléfono celular la actividad que en ese momento desde el Congreso del Estado se difunde por la red. Ahí está Juan Pablo, el que desde niño se comunicaba así y que ahora se asume como “un puente entre los que podemos y los que no pueden escuchar”

A Juan Pablo le conocí por circunstancia: debía caminar casi medio kilómetro desde donde bajó del autobús hasta el Congreso del Estado, donde daría un curso.

Durante el corto camino del “aventón”, contó a qué se dedicaba y por qué se llama “lengua de señas” y no “lenguaje de señas”. Dio una pequeña cátedra sobre el tema.

Lo que Juan Pablo hace es una lengua incluyente que no genera los inútiles debates que pululan en torno al concepto de inclusión en las redes sociodigitales; lo que él hace es inclusión sin que quepa duda alguna.

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