Irapuato, Guanajuato.- Doña Rosa ya es abuela, vive únicamente con su marido y es visitada constantemente por sus hijas y sus nietos, relató que tuvo una experiencia algo extraña cuando tranquilamente se encontraba en la comodidad de su sofá en la segunda planta de su casa viendo su telenovela y de pronto escuchó mucho ruido proveniente de la cocina y al inspeccionar, aseguró que no había nada.
La señora en cuestión es irapuatense, de religión católica y sin ser ferviente practicante de sus creencias, aseveró que suele rezar todos los días, dar gracias y pedir por los suyos.
Una noche, cuando pasaban de las 12, ella se encontraba sola en casa, en la colonia La Pradera, ya que su marido se encontraba de viaje, se dispuso a ver una repetición de su telenovela preferida, pues era lo que siempre acostumbraba a hacer, sin embargo, no se imaginó que en aquél momento, la noche le iba a traer sorpresas.
Todo pintaba bien, no había ruido, ni fiestas de vecinos escandalosos, la serenidad y la tranquilidad habían inundado la casa, incluso Doña Rosa casi podía escuchar los latidos de su corazón.
Pasado un tiempo tuvo que ir al baño, y en el camino de vuelta, atravesando el pasillo, tuvo unos pensamientos un tanto confusos…
-¿Qué haré para desayunar? ¿Por qué mis hijas están tristes? ¿No he hecho lo suficiente por ellas? ¿Por qué no me vienen a visitar? ¿Habrá algo que no les he dicho? Voy a llamarles, no me importa la hora…
En ese transcurso, ella sabía que no iba a arreglar nada y sólo las iba a preocupar, así que prefirió no llamarles y continuar sentada en su cómodo sillón de su cuarto.
Ya había terminado el capítulo y a la par Doña Rosa siempre le gustaba tejer… tejía y tejía casi todos los días, sin embargo, ese día sucedió lo impensable: escuchó un ruido proveniente de la cocina, y de primera mano percibió como si alguien estuviese ahí merodeando y buscando algo qué comer a altas horas de la noche, abriendo y cerrando las puertas de la alacena.
Doña Rosa inmediatamente creyó que alguien había entrado a la casa y que su vida corría peligro, sin embargo se acordó que la ventana de su cuarto daba hacia la puerta principal, y que por la parte trasera de la casa no había manera que alguien pudiese entrar, pues estaba todo sellado, tendrían que utilizar alguna herramienta para forzar la puerta de lámina con candado de la azotehuela y eso haría demasiado ruido.
Resultaba bastante improbable que alguien pudiera ingresar a su hogar con tantos filtros, no era posible, pero ella pensaba que existía la mínima posibilidad de que hubiera dejado algo desprotegido en la seguridad de su casa, por lo que con todo y el miedo que sentía bajó las escaleras a inspeccionar.
El ruido de la cocina había acallado, ella daba paso lento pero firme al bajar las escaleras.
-Esto debe ser una broma – pensó.
Al faltar unos pocos escalones para llegar a la planta baja, ya que todo estaba tranquilo, volvió a escuchar cómo en su cocina se quebraban platos, se tiraban cucharas, utensilios, se abrían puertas y cajones de los muebles de una manera violenta, como si se tratara de un grupo de gente que se estuviera peleando lanzándose cosas.
De inmediato la señora palideció y se le bajó la presión, por suerte tenía a la mano el teléfono y le iba a marcar a una de sus hijas, sin embargo, al comenzar a teclear el número, el ruido cesó y ella se tranquilizó después de unos minutos, así que abortó el plan de marcarle.
Doña Rosa se mentalizó de una manera profética, se predispuso a las cosas y no lo pudo hacer de mejor manera, pues sabía de antemano que si iba a la cocina, todo iba a estar en orden, sin nada tirado, ni quebrado, sin cajones abiertos ni puertas maltratadas, por lo que decidió que era mejor regresar a su cuarto y dormir.
A la mañana siguiente, ya sin acordarse de aquél extraño suceso que la había perturbado, Doña Rosa escuchó el sonido de la puerta principal, se asomó a la ventana y era su marido, el cual cargaba su maleta e iba entrando a la casa.
La señora inmediatamente se puso su abrigo y bajó las escaleras, recibió a su esposo y le preguntó que si tenía hambre, a lo cual el señor respondió que sí, entonces entró a la cocina, preparó unos chilaquiles con huevos estrellados, bistec y frijoles.
Una vez que desayunaron, en la sobremesa, el marido le comentó que estaba cansado por el viaje, así que iba a tomar una siesta, no sin antes resaltar el hecho de que todo había quedado como lo había dejado a manera de reconocimiento, incluso enfatizó en la cocina, “todo pulcro y en orden como siempre”.
Antes de subir, preguntó a Doña Rosa si se había quedado alguno de sus nietos pequeños en la casa, pues había dejado la puerta abierta, y al entrar, a sus espaldas, como si se tratase de una travesura, le cerraron la puerta, a lo que Doña Rosa respondió, no, ha de haber sido el aire, no te preocupes, el aire… La casa está sellada por dentro y no había corriente alguna.
A una hermana y sobrina, les pasó exactamente lo mismo, pasaban de las 12 de la noche, debido a problemas familiares, empezaron una discusion muy fuerte, estaban enfrascadas en la pelea, cuando empezaron a oir en la cocina, que quebraban platos, caían ollas, una cosa espantosa, ellas sabian que no habia nadie ahí, no se salieron a la calle del susto porque tenian que pasar x la cocina, pero sl otto dia que se levantaron, se fueron de esa casa y no regresaron mas, luego supieron que efectivsmente en esa casa pasaban cosas muy raras.