Columnas

Un fantasma en La Pradera de Irapuato (1ra. parte de 3)

Irapuato, Guanajuato

El número equivocado.

Hay historias de fantasmas en la ciudad que a veces quisiéramos que no existieran, pero no podemos tapar el sol con un dedo. De que existen, existen. Afortunada (o desafortunadamente) no todos tenemos el nivel de percepción de lo extrasensorial. (Nota importante: los nombres de los personajes fueron modificados para mantener su privacidad, y no herir susceptibilidades).

La historia que les narraré a continuación sucedió a unos chicos aquí en la ciudad de Irapuato, allá por el año de 1986.

En aquel entonces no había redes sociales como hoy… ¡No había siquiera internet!. Por eso, los medios para “chatear” eran totalmente diferentes a los que conocemos hoy en día.

Irapuato vivía una época “especial” en ese momento. Por las calles principales de la Zona Dorada había muchos turistas canadienses, húngaros y rusos. Se vivía la emoción del Campeonato de Futbol México 86 y la ciudad era llena de colores, sonrisas y mucho…. ¡mucho futbol!.

Luis y Javier eran muy amigos de la secundaria. Aunque ambos iban en un prestigioso colegio de la zona,  la diferencias “sociales” eran mayúsculas.  Luis era becado, mientras Javier contaba con todas las comodidades que le ofrecía la vida.

Cierto día, saliendo de clases, llegaron a la casa de Javier, por la colonia Los Eucaliptos. Javier le preguntó a Luis que si sabía algo acerca del “número equivocado”.

Javier.- ¿En serio no sabes?

Luis.- Wey, pues sí sabes que ni siquiera tengo teléfono.

Javier.- ¡No manches, es otro nivel!

Luis.- Es que no te entiendo, qué es… O cómo funciona, explícame wey.

Javier.- Es bien fácil. Mira, tomas el teléfono, marcas cualquier número… obvio, un número equivocado, por ejemplo …

Luis.- ¿6-6-6?.

Javier.- Ja, ja, ja. Tú y tus cosas…. ¡El que quieras wey!.

Luis.- ¿Y luego?

Javier.- Suena la grabación -de la compañía telefónica-: “El número que usted marco, no existe, favor de consultar su directorio”.

Luis.- Mmmmm, “qué divertido”. ¡Mejor pónte unas pelis cachondas we!.

Javier.- ¡Espera, espera!… viene lo interesante. La grabación se repite, una, otra, otra y otra vez. De hecho no se quita. En ese momento, tu dices lo que sea… por ejemplo…

Luis.- “Bueno, sí quien habla, acá de este lado Luis”.

Javier.- Pues…. Sí y no. O sea, ¡no seas obvio!. Me extraña wey, tu eres el creativo. Por ejemplo, puedes fingir la voz y decir en tono argentino, “¡Pero vos, de echte lado Puppo, Rrrroberrrto Puuuppooooo!

Luis.- Ja, ja, ja, ja. No manches. ¿Y qué pasa luego?.

Javier.- Pues… más te vale que seas un “open mind” porque… comienza el rayadero de madres. Del otro lado, chavos y chavas también tienen acceso. Todos tienen sobrenombres… TODOS sin excepción. Y como todo, esta madre tiene un “cupo limitado”. Nunca he alcanzado a distinguir cuántos, porque muchas veces algunos están “pasivos” nada más echando “orejona”, sin decir nada. Pero, a “ojo de buen cubero”, yo calculo que el espacio es para… unos veinte usuarios.

Luis.- ¿Y entran chavas wey?

Javier.- Obvio. Pero te voy a dar un consejo mi cabroncito: No te enamores… por favor ¡NO-TE-E-NA-MO-RES!. Es como una … “Hot-line”, neta wey. Las morras te ponen bien cachondo, incluso, hay algunas que tienen una voz tan sensual… que no´más de escucharlas… se te pone a mil we.

Luis.- Neta que no te creo ni madres.

Javier.- ¡Cálale! (le decía mientras movía el cable para acercarle el teléfono)

Luis.- Mmmm… no we, me da miedo.

Javier.- No pasa nada wey, no´mas no digas que te llamas “Luis”.

Luego de la cátedra que le diera Javier a su amigo, Luis se mostraba muy nervioso sólo de imaginarlo. Las manos le sudaban y su corazón latía muy rápido. Javier lo observaba tranquilamente desde el otro sillón de la sala. Puso en disco de los LP para amenizar el momento. Era la canción de Timbiriche “Llamarás”. Antes de que Luis se animará a marcar, en el estéreo se alcanzaba a escuchar:

“Porque si no es ahora, será mañana,
nos juntaremos en un camino,
si no es ahora, será mañana,
como la música en el oído…
Llamarás, llamarás, ¡yo lo sé!

Luis se armó de valor y lo primero que se le ocurrió fue marcar 6-6-6.

La contestadora empezó de inmediato… “El número que usted marcó…

¿Bueeee-no?, preguntó tímidamente.

-“Holaaaaa guapooooo” se escuchó una sensual voz del otro lado, mientras, de fondo la misma grabación … “… favor de consultar su directorio”.

– “¿Te mordieron la lengua los ratones papi, cómo te llamas”?

– Lu…uis. Me llamo Luis.

(Mientras, Javier se dejaba caer en la alfombra, haciendo una seña con las manos a manera de pistola, apuntándose en la sien).

-¿Quién eres?, preguntó tímidamente Luis.

– Soy “la voz de tu conciencia”… dijo la chica del otro lado del auricular…

(Esta historia continuará)

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