Irapuato, Guanajuato.- Dentro de la vieja central de abastos de Irapuato, a finales del mes de noviembre se instalan los comerciantes navideños a orillas del estacionamiento. Estos vendedores llegan de otras ciudades y muchos de ellos se quedan a dormir dentro de los negocios durante un mes.
Tal es el caso de la familia Ochoa, quienes desde Zamora vienen a Irapuato a vender sus artesanías. Leticia Ochoa de 27 años de edad y su esposo Tomas de 30 años de edad siguen el legado del abuelo de Leticia, quien fue el emprendedor que llevó a la familia al mundo del comercio.
“Mi abuelo Eduardo Ochoa tenía 50 años viniendo a vender en la temporada, él le enseñó el oficio a mi papá y él le enseño a mi esposo cómo trabajar la corteza de árbol para seguir con la tradición de seguir viniendo a Irapuato para vender nuestro trabajo.”, expresó Leticia.
El material que utilizan es cien por ciento natural y es conseguido con sus propias manos, “la tacatá, flor de peña y musgo lo conseguimos nosotros, nos vamos a al cerro a buscarlo para recolectarlo, es complicado pero es bueno tener algo en que distraernos mientras conseguimos lo que necesitamos para trabajar.”, dijo.
Para los comerciantes el clima y las condiciones del local no son problema para descansar el mes entero dentro de su negocio, “aquí dormimos, no sufrimos de frio porque de dónde venimos estamos a las faldas del cerro y se sienten las heladas fuertes, aquí se nos hace que esta cómodo el clima.”, mencionó.
Para la familia Ochoa es poco redituable el negocio, sin embargo les gusta su trabajo y venir a visitar este municipio, “no deja mucha ganancia nuestro trabajo, pero más que nada esto lo hacemos por tradición. Nos gusta mucho Irapuato, salir a caminar por sus calles, visitar sus plazas. Vale la pena el esfuerzo que hacemos para venir cada año.”, finalizó.