La tarde de ayer sábado, alrededor de las 7 y las 8 de la noche, se dio a conocer la triste noticia del fallecimiento del primer actor, Ignacio López Tarso, quien fue pilar importante de la época de oro del cine mexicano y quien destacó por numerosas participaciones en películas, telenovelas y obras de teatro. Sin embargo, el clásico que la mayoría de las personas recuerdan, es el de ‘Macario’.
La película de Macario fue la primera cinta mexicana nominada a los premios Oscar y estuvo basada en la novela de Bruno Traven, que lleva el mismo nombre, donde la base del argumento es la obsesión que un campesino y leñador tiene con disfrutar de un banquete (particularmente un guajolote) que no tenga que compartir con nadie. Ni con su esposa, hijos o las mismísimas divinidades.
Si te diste cuenta, en las despedidas de redes sociales, muchos de sus seguidores y admiradores, decían que “Ahora en el cielo comerán guajolote”, haciendo referencia a una de las escenas más icónicas que tiene la película, que es justamente cuando Macario (Ignacio López Tarso) se enfrenta a los obstáculos para comerse un buen guajolote él solo.
¿Por qué Macario no quería compartir su guajolote?
El dilema de la escena del guajolote, empieza cuando él decide dejar de comer hasta encontrar un pavo que él pudiera disfrutar solo y su esposa, preocupada, decide robarle uno para que se lo coma a escondidas de sus hijos. Por ello, decide adentrarse en el bosque donde se encuentra a personajes místicos: El Diablo, Dios y a la Muerte.
El diablo, aparece en forma de terrateniente y le dice que a cambio de un trozo de su guajolote, le puede dar sus espuelas o las monedas de oro de su pantalón, pero ante la negativa, el diablo sube la oferta al bosque a cambio de pechuga de pavo; luego, Macario se va a la orilla del lago, donde se encuentra con Dios, quien le pide un bocado, pero el campesino se niega, argumentando que la deidad no quiere el bocado, sino el gesto de bondad.
El último invitado, que se aparece es otro campesino vestido de negro, que asegura es la muerte, por lo que de nueva cuenta este le pregunta si quiere compartir el guajolote con él a lo que Macario dice que sí, pues asegura que sería demasiado hermoso poder disfrutar algo él solo como para ser verdad, por lo que decide invitarle y al final el campesino de negro, en agradecimiento, le regala agua sanadora como símbolo de amistad.
La película es una metáfora sobre la vida, la muerte, el miedo y las ambiciones de los seres humanos y estuvo tan bien hecha, que llegó a Hollywood por primera vez en la historia del cine mexicano en 1964 y además su protagonista, don Ignacio López Tarso se quedó por mucho tiempo siendo miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, por lo que emitía votos para elegir a las ganadoras a la estatuilla.