Unas 108 millones de personas en la región noreste de China están entrando nuevamente a confinamiento, ya que un nuevo y creciente grupo de contagios causa un retroceso en el regreso de la nación a la normalidad.
En un cambio abrupto en la reapertura en todo el país, las ciudades de la provincia de Jilin cortaron la circulación de los trenes y autobuses, cerraron las escuelas y pusieron en cuarentena a decenas de miles de personas. Las estrictas medidas han consternado a muchos residentes que habían pensado que lo peor de la epidemia en la nación había pasado.
La gente “se siente más cautelosa nuevamente”, dijo Fan Pai, que trabaja en una empresa comercial en Shenyang, una ciudad en la cercana provincia de Liaoning que también enfrenta nuevas restricciones. “Los niños que juegan afuera están usando máscaras nuevamente” y los trabajadores de la salud están caminando con ropa protectora, comentó. “Es frustrante porque no sabes cuándo terminará”.
Si bien el grupo de 34 infecciones no está creciendo tan rápidamente como el brote en Wuhan, ciudad donde comenzó la pandemia mundial en diciembre pasado, la reacción rápida y poderosa de China refleja su temor a una segunda ola después de frenar la propagación del virus a un gran costo económico y social.
También es una señal de cuán frágil será el proceso de reapertura en China y en otros lugares, ya que incluso el más mínimo indicio de un resurgimiento de infecciones podría provocar un retorno a una cuarentena más estricta.
El Gobierno de Shulan, una ciudad en Jilin, informó el lunes en WeChat que implementaría sus medidas más estrictas para contener el virus. Los complejos residenciales con casos confirmados o sospechosos se cerrarán, y solo una persona de cada familia podrá salir para comprar artículos esenciales durante dos horas cada dos días.
Shen Jia, un vendedor de una compañía de ciencias de la vida con sede en Shenyang, canceló un viaje de negocios de tres días a la ciudad de Jilin la semana pasada porque habría estado en cuarentena durante 21 días a su regreso. Un restaurante de propiedad estatal que visitó la semana pasada separó a un grupo de tres porque solo se permiten dos personas en cada mesa, una restricción que se había aliviado hace semanas antes de ser reinstalada.
Se puede sentir que el control es más estricto”, señaló. La gente “ha sido más cuidadosa y ha reducido las actividades al aire libre”.
Una sensación de deja vu está impregnando la ciudad de Jilin, que sufrió el mismo bloqueo estricto implementado en la mayoría de China en febrero y marzo, a pesar de que solo se informaron casos diarios de un solo dígito. En general, el total de casos de la provincia de Jilin es de 127.
Aún así, los servicios de entrega se han detenido en su mayoría y los medicamentos contra la fiebre están prohibidos en las farmacias para evitar que las personas oculten sus síntomas. La tensión se ha extendido a las áreas cercanas, incluso cuando todavía no se han reportado casos oficialmente en esos lugares.
“Todos están nerviosos “, indicó Wang Yuemei, un trabajador de una fábrica farmacéutica en la vecina Tonghua. “Nunca esperé que la provincia de Jilin fuera un área muy afectada cuando todo el país está volviendo a la normalidad ahora”.
Después de enfrentar críticas globales por su respuesta tardía al brote de Wuhan, la administración del presidente, Xi Jinping, está tomando medidas visibles para detener la propagación del virus en el noreste. El viceprimer ministro, Sun Chunlan, quien dirigió el grupo de trabajo de virus del Gobierno central en Wuhan, llegó a la ciudad de Jilin el 13 de mayo.
La presión para contener las infecciones es aún mayor con las reuniones políticas anuales de China programadas para comenzar esta semana en Beijing después de haberse retrasado desde su fecha habitual de marzo. Miles de delegados políticos se reunirán en la capital para respaldar la agenda del Gobierno y el liderazgo central está decidido a proyectar la estabilidad y la calma durante este período.
Los funcionarios de salud aún no saben cómo comenzó el nuevo grupo, pero sospechan que los pacientes pueden haber entrado en contacto con retornados infectados de Rusia, que tiene uno de los peores brotes en Europa.
Los encargados de trasladar a las personas potencialmente infectadas desde el extranjero a centros de cuarentena deben hacer un mejor trabajo, dijo Wang Bin, funcionario de la Comisión Nacional de Salud, durante una sesión informativa el domingo.
“Los casos importados de infecciones en el extranjero y agrupados en el país han creado una doble presión sobre nosotros para contener el virus”, puntualizó.
El nuevo grupo también es un recordatorio de que gran parte de China sigue siendo vulnerable al virus porque su primera ola de infección se limitó en gran medida a la provincia de Hubei, donde se encuentra Wuhan, gracias a un bloqueo que aisló la región del resto del país en enero.
“La mayoría de los chinos en este momento todavía son susceptibles a la infección por COVID-19” debido a la falta de inmunidad colectiva, dijo el máximo epidemiólogo chino Zhong Nanshan a CNN durante el fin de semana. La nación enfrenta un “gran desafío”, dijo, y agregó que la situación en China “no es mejor que la del resto de los países”.