Pénjamo, Guanajuato.- “Chacho”, así se escuchaba como le gritaban a uno de los tantos perros que se encuentran al lado del panteón de Pénjamo, donde la muerte no sólo es entre humanos, sino de restos de animales que “inundan” el ambiente con un olor casi insoportable.
Mirando de frente al acceso principal del Panteón de Pénjamo, al lado izquierdo se encuentra el basurero municipal hasta el tope de basura, con decenas de llantas y grandes montones de basura y del lado derecho el camino que era una salida, también está lleno y prácticamente sin control.
“Chacho, chacho”, así se escuchaba como le gritaban a un pequeño perro que entre su hocico estaba comiendo los restos de otro animal en descomposición del espacio que aparentemente era un camino y ahora también es basurero.
Olores tan fétidos que salen de un espacio usado para basura se mezclan con la esencia de un lugar “sagrado” como es el panteón, pues la basura vuela por todos lados y sus aromas llegan a puntos lejanos.
Aquí se observan perros “callejeros”, garzas y otras aves, todos buscando comida entre los residuos que se amontonan.