Por Juan López Luna
Irapuato, Guanajuato.- Doña Martha Avitia recuerda lo que vivió ese 18 de Agosto: “Vivíamos en una casa de Guerrero frente a donde eran los almacenes Blanco, era sábado, mi hermano Raúl llegó días antes de visita con su familia, era sábado temprano y ya la gente andaba apurada porque decían que se iba a reventar la presa de El Conejo y yo recuerdo que le dije a mi papá Saturnino, que se subiera al cuarto del segundo piso por si llegaba el agua,…
pero siempre me contestaba; “Yo me tomo toda la que llegué”, nadie hizo caso y como pude yo subí a Tanita, que ya estaba cieguita, como la casa era muy amplia mis hermanos Roberto y Jesús atrancaron la puerta de la calle y se fueron a sus cuartos y para la 1 de la tarde el agua fue subiendo muy rápido y abrió la puerta…
la lavadora se salió con la corriente y afuera se atoró con unos árboles, nosotros nos asomamos por la azotea a Guerrero y veíamos cómo pasaban cosas, muebles y animales entre el agua, alguien dijo que vieron a un hombre muerto también, pero por las prisas nadie subió nada para comer y cuando quisieron rescatar algo de la cocina ya todo estaba entre el agua, había varios niños y con 3 paquetitos de galletas nos la pasamos…
hasta que como a las 3 de la madrugada mi sobrina Patricia agarró una gallina de entre el agua y con puros papales la asamos y eso estuvimos comiendo, y antes de que amaneciera vimos cómo se fueron cayendo las paredes del patio, que eran de adobe, al día siguiente en la tarde mis hermanos salieron a buscar comida pero hacia Torres Landa el nivel del agua era alto y se regresaron, yo como pude agarré a los niños y me los llevé a la casa de mi hermana Ruth en la entrada de Bolivar y ahí estuvimos hasta que se medio normalizó la cosa, pero hubo muchas casas caídas, en la noche escuchábamos el estruendo de las más cercanas. Cuando abrieron Blanco corrimos a comprar lo que fuera para comer.”