Irapuato, Gto.- Decenas de personas, en familia o solos se dirigen con un mismo destino, el Panteón Municipal, a visitar aquellos sus seres queridos que ahora ya no existen en el espacio terrenal.
En el trayecto comerciantes de flores de cempasúchil, rosas, comida, dulces, bebidas frescas ofrecen a todas aquellas personas que circulan por la zona, algunas se detienen a comprar otras simplemente continúan su camino.
Las dos puertas están abiertas, parece un corredor sin final, hacia los dos lados se observan tumbas y más tumbas; se percibe una sensación de tristeza pero a la vez de paz. A los costados hay gente que lleva sus flores, comida u objetos que les gustaban a esas personas que ya no están físicamente con ellos sino sólo en su mente y corazón.
Y aunque el sol está en su punto más intenso del día, eso no importa hoy, algunas personas se toman su tiempo para sentarse y platicar con sus muertos o entre ellos recuerdan a aquella persona, quién fue, cuándo murió, por qué murió, otros sólo vagan en el recuerdo.
A lo lejos se escucha la canción de “Hermoso cariño” de Vicente Fernández, al caminar entre las tumbas, se observa a un grupo musical, sentados sobre las lápidas, quienes tocan una serenata a ese hombre o mujer que se desconoce quién fue en vida.
Algunas capillas y tumbas muestran la frecuencia con que sus queridos los visitan, limpias, arregladas, con flores de colores vivos, la alegría aún reina.
Niños, niñas, jóvenes y señores se han ido de este mundo, así lo señalan las placas sobre las lápidas que yacen sobre el suelo, otras descansan en criptas a la orilla del cementerio.
Caminar y caminar pareciera ver que no cabe una tumba más. Triste pero real. Unas olvidadas, los contenedores de flores se encuentran vacíos; otras, pero ya secas que parecería que tienen mucho tiempo que hasta ellas murieron.
Otras, otras…ya quedaron enterradas y el olvido también.