El origen antifeminista del Día de las Madres

El 10 de mayo es el día oficial en México para consagrar a las madres mexicanas. Su origen: surgió como reacción a una lucha a favor de los derechos de las mujeres.

El 13 de abril de 1922 el periódico Excélsior, que mantenía una fuerte competencia periodística y comercial con El Universal, lanzó una convocatoria pública con el pretexto de instituir un día para celebrar a las madres mexicanas.

Lo anterior fue reacción a un hecho que escandalizaba a los sectores tradicionales del país:

Existía en el país un movimiento de mujeres feministas en el México de los años veinte, derivado del Primer Congreso Feminista que se había realizado en 1916 en Yucatán y que a principios de la década de 1920 promovían el uso de métodos anticonceptivos.

Del 13 al 16 de enero de 1916, un total de 617 mujeres asistieron al congreso de Yucatán, en pleno periodo de la Revolución mexicana, y discutieron la relación de las mujeres con la educación, el Estado y las artes, entre otros temas. Entre sus demandas estaba el sufragio femenino, así como educación sexual para ambos sexos. Desde entonces comenzaron a circular folletos informativos sobre métodos para evitar la concepción.

Las feministas se resistían al control del gobierno sobre la maternidad, sobre el propio cuerpo. El congreso feminista de 1916 se rebeló ante la imagen de mujer/madre abnegada, establecida durante el Porfiriato (1876-1911), cuando “los miembros de los movimientos de reforma social comenzaron a señalar cómo las madres eran ‘clave’ para la creación de un México moderno”.

A la mujer/madre se le delegó toda la responsabilidad de “criar buenos ciudadanos”. Bajo el lema de “orden y progreso” se esperaba que el país se convirtiera en una nación próspera y civilizada con un modelo capitalista reforzado con la cultura patriarcal mexicana: hombre proveedor y mujer cuidadora del hogar y los hijos.

Se refrendaba la figura de la madre/mujer como “ángel guardián del hogar”, en un culto a la domesticidad femenina en el que ellas tenían la tarea más importante, la de crear un “hogar blanco”. Es decir: formar a u un ciudadano moderno que debía tener higiene, puntualidad y organización. Una buena familia no distinguía entre hogar y trabajo y las mujeres procreaban hijos/ciudadanos que tuvieran una ética de trabajo inserto en el modelo capitalista mexicano.

Una familia numerosa garantizaba aportar muchos obreros y empresarios al modelo de producción.

El feminismo concertado desde 1916 no preocupaba demasiado a los sectores tradicionales del país, pero en 1922, con el apoyo del gobierno de Álvaro Obregón, las mujeres lograron hacer que se aplicara una de sus propuestas: promover los métodos anticonceptivos disponibles en la época, bajo la premisa de que es la mujer la que debe decidir sobre tener o no tener o cuántos hijos tener.

La reacción fue la cruzada a favor de la maternidad. La convocatoria fue lanzada el 13 de abril, desde las páginas de Excélsior, con llamados desde los púlpitos y con una Cámara de Comercio que dio la idea de regalar algo útil a las madres. Para estimular el consumo, establecieron el modelo de dar timbres postales como porcentaje de compra para con ellos adquirir enseres domésticos.

La fecha propuesta fue el 10 de mayo, coincidente con la celebración en Estados Unidos, que era el segundo domingo de ese mes. El mes favorecía al enfoque religioso: es el consagrado a la Virgen María, Madre de Jesucristo. Desde el segundo año se tomó a ese día como permanente.

En un país de profunda veneración a la madre, deificada en la figura de Tonanzin Coatlicoe y en María virgen, esta fecha no puede ser cuestionada. Ni las feministas, promotoras involuntarias de su origen, se atreven.

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