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El momento de Clío; Maximiliano de Habsburgo

Columnistas Rey David 600 x 400

Todos conocemos, al menos por nombre a Maximiliano de Habsburgo, sabemos lo que vino a hacer a México, que a mi parecer no era tan mala idea, lo que el buen Maxi no sabía es que México, estaba lleno de mexicanos, y en el pecado llevó la penitencia, y sabemos también el final de esta historia, que fue fusilado en el cerro de las campanas, y claro, aprovechando el ingenio y la burla mexicana, hoy en día en ese lugar donde fue fusilado está erigida una estatua de proporciones bíblicas en honor… a Juárez, no es que a los mexicanos de la época posterior les haya costado trabajo reconocer la buena intención del emperador, para muestra clara basta visitar la capilla que en este mismo lugar se encuentra construida en honor a él, capilla que a mi juicio parece más bodega de ladrillos que otra cosa, de escala pequeña y que fue construida años después, para recordarle, por el gobierno… de Austria.

Ahora bien, en un ejercicio de yuxtaposición, supongamos que Maximiliano no fue fusilado, que en arranque de buena voluntad y en pos de la hermandad masónica que unió a Juárez con Maximiliano, el primero decide perdonarle la vida al segundo y como “un emperadorcete que trata de quitarme el poder no puede quedarse sin castigo, lo exiliaré del país y lo mantendré vigilado…” supongamos que pensó Juárez.

Ahora bien, el primer problema aquí es decidir a donde exiliarlo, no imagino un exilio más cruel que el ser enviado a El Salvador, por ejemplo, para hacer más irónica esta suposición, así que demos por sentado  que lo enviamos allá. Después no podemos ser tan obvios como para mandar a Maximiliano de Habsburgo a ese lugar, pues si así lo hiciéramos, la estatua de proporciones gigantes no tendría ningún sentido y perdería “monumentalismo”, pero claro la solución es muy simple, cambiémosle el nombre y pongámosle uno que haga notar la burla con la que Maximiliano se iría de aquí, Justo Armas será su nuevo nombre.

Por seguridad nacional no podríamos permitir que don Justo Armas se dedique a la política, pero seamos honestos, a un emperador europeo tampoco lo podemos poner a vender tamales, así que su nueva ocupación será la de asesor político de los presidentes de la gloriosa república del Salvador y de paso será el encargado de los banquetes políticos, digo, las personas comen, y el gusto refinado europeo que tendría el señor Armas nadie lo podría negar.

Y como símbolo de su derrota hagamos que don Justo viva descalzo todo el tiempo que este en exilio, que viviendo de esta forma será por más de 60 años, para darle emoción a esta suposición, y morirá a los 104 años aproximadamente.

Ahora supongamos que este cuento es real y que en el 2001 un arquitecto al que le gusta la historia de apellido Deneke nos lo demuestra. Ahora deje usted de perder el tiempo en suposiciones, porque esto es real, antes la existencia de Justo Armas no era más que un mito que pululaba entre historiadores, pero ahora alguien parece haberlo demostrado, así que avísenle a las autoridades del cerro de las campanas que vallan bajando su gran estatua y pongan un columpio en su lugar, o en su defecto, que la bodega de ladrillos la manden a El Salvador, que es el lugar donde al parecer murió Maximiliano.

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