Irapuato, Gto.- En el día el tiempo pasa muy lento, por la noche, los juegos, las risas, los cantos y las pláticas comienzan a ser parte del escenario que se vive entre los muertos del panteón; aunque para que todo este ordenado, hay dos ángeles que se encargan de cuidar.
En la parte vieja del panteón municipal se encuentran varias tumbas, unas de ellas con historias realmente hermosas y escalofriantes que cambian la rutina de los que trabajan en ese lugar y de lo que creen en los fantasmas.
Ahí hay dos figuras muy peculiares, dos figuras que aparte de cuidar las tumbas de sus “amos” se encargan de tener en orden el mausoleo, que es el sitio en el que todos y cada una de las personas un día visitaran de manera definitiva.
El ángel del silencio y el ángel de la guarda, así es como les han llamado por las posiciones en las que se encuentran, según el relato de los cuidadores, es que todos los días estos ángeles dejan de ser figuras de cemento y se convierten en humanos.
Los ángeles pasan día a día cuidando que sus compañeros no se distraigan de sus actividades, guarden silencio y que los morbosos o personas ajenas a ellos, lleguen a evitar que estén en paz; debajo de ellos, descansan María Orozco Fuerte que falleció en el año 1979, María Elena Fuerte en 1940 y María Yáñez de Vázquez que nació en 1895 y falleció en 1956.
Las historias sobre los movimientos de sus ángeles son continuas y distintas, aunque para este tipo de historias, le realidad de la ficción podría cambiar el pensamiento de las personas que por casualidad se encuentren con estos cuidadores.