Por Juan López Luna
Irapuato, Guanajuato.- Doña Celia Pérez A. recuerda con nostalgia lo que pasó ese día: “Me acuerdo que el 17 de agosto yo cumplí años y vivíamos en el callejón de 20 de Noviembre, mis padres Celia y Jesús con mis 10 hermanos me hicieron una fiestecita familiar y aunque ya se hablaba de posible inundación la pasamos a gusto…
Pero al día siguiente sábado amaneció nublado y por ratos lloviendo, parecía triste. Acordamos mis hermanos con otros vecinos ir a lo que era el río Guanajuato (Blvd. Díaz Ordaz) para llenar costales con tierra y los pusimos en la entrada del callejón para que y no entrara el agua, la gente andaba asustada para el medio día, pues algunos que fueron allá por el estadio regresaron diciendo que ya el agua había entrado y venía fuerte, al centro llegó como a las 2 de la tarde y como nuestra casa era de adobe y tejas,…
Mis papás le pidieron permiso a Doña Catita Rico que nos dejará subir a la azotea de su casa en la esquina y todos corrimos ya entre el agua hasta el tercer piso, pero nadie atinó a llevarse casi nada y como a las 4-5 todos teníamos hambre, la familia Rico nos dio sándwiches y bolillos, más tarde comenzó a llover y con unas cobijas nos tapamos haciéndonos bolita, desde ahí estuvimos viendo a las calles cómo mucha gente iba de un lado a otro entre el agua, que por fortuna no iba tan fuerte, pero como la mayoría de las casas eran antiguas de adobe varias se cayeron y sus dueños quedaron en la calle. Con la lluvia toda la noche y sin dónde resguardarnos, me acuerdo que sentados estuvimos medio durmiendo hasta el domingo que pudimos bajar a la casa, pero casi todo se nos echó a perder pues poco más de un metro subió el nivel, mis hermanos grandes consiguieron comida y días después de la Conasupo nos dieron despensas. Fue algo muy duro para mucha gente”.