“Serenidad y más serenidad:
son tiempos convulsos”.
Abel Pérez Rojas.
¿Acaso no son suficientes los problemas que vivimos en nuestro país como el narcotráfico, la corrupción, la partidocracia, el deterioro ambiental acelerado y muchos otros, como para todavía preocuparnos de lo que sucede allende las fronteras?
Por salud, las personas como usted y como yo debemos conservar la calma, y no ser presas del pánico y el odio ante los signos que podrían presagiar una conflagración mundial.
No son descabelladas las voces que afirman que estamos en las etapas previas a una Tercera Guerra Mundial, la cual tendrá como motivo el combate al terrorismo, pero que en el trayecto se enturbiarán las aguas de tal manera que entre naciones combatirán unas contra otras.
O aquella otra postura para la cual la Tercera Guerra Mundial ya inició, y que ésta se libra en los campos económico e informático, a través de fraudes, aranceles desmedidos, sanciones, así como estrategias de espionaje, infiltración de virus informáticos y con acciones inimaginables en la llamada deepweb (Internet profunda).
En medio de este escenario caótico y como para recordarnos que lo que sucede en el extremo del planeta afecta a toda la humanidad, la semana pasada en el más reciente video del grupo terrorista Isis, México fue incluida entre otras 59 naciones como enemiga del grupo yihadista.
Visto lo anterior es oportuno recordar que así como las economías y las fronteras de los países están interconectadas la una con la otra, así también lo están los estados emocionales de las personas.
Si hay algo fácil de manipular es lo que sentimos y pensamos, de tal manera que una noticia vuelta viral puede modificar y afectar notablemente el consumo y vida diaria de todo un país.
Esto no es nuevo, desde finales de la década de los años treinta del siglo pasado, Orson Welles lo evidenció en la obra radiofónica The War of the Worlds,
O recordemos el grave impacto que tuvo en la vida de los mexicanos el inadecuado abordaje que dio el gobierno federal al tema del virus de la gripe AH1N1. Cómo olvidar aquella semana de final de abril y las dos primeras de mayo del año 2009, que según estimaciones oficiales costó alrededor del 1% del Producto Interno Bruto de 2008.
El tiempo indicaría que a la exageración de las medidas indicadas por el gobierno federal se sumó la ignorancia y el pánico de la población, cuyas secuelas económicas fueron devastadoras.
Por eso, considero que frente a la creciente escalada de conflictos internacionales, debemos documentarnos, porque muy pocas veces estudiamos y rara vez profundizamos, lo que contribuye al descontrol.
También es oportuno serenarnos y conservar la calma. De esta manera, podremos orientar a quienes se encuentran en nuestro entorno y sobre todo estaremos en condiciones de estar pendientes y pedir a nuestras autoridades que sigan los principios de las medidas de no intervención, política internacional que durante mucho tiempo fue motivo de orgullo y reconocimiento mundial.
¿Está usted de acuerdo?