Irapuato, Guanajuato. – En 1973, la ciudad de Irapuato tuvo una devastadora inundación que marcó la vida de sus habitantes de una manera imborrable. Laura Amézquita Hernández, que contaba con tan solo 9 años de edad, compartió su historia.
Laura relato que los días previos a la inundación estuvieron llenos de fuertes lluvias que inquietaban a la población. El 18 de agosto, mientras desayunaba con su familia, escuchó en la radio la noticia de que la presa había reventado y que la ciudad se encontraba en peligro inminente de inundación.
Mientras sus padres no se encontraban en casa, Laura se quedaba a cargo de sus hermanos, cuando escucho pasar el camión, el señor encargado de recoger la basura le advirtió que solo estaban recogiendo a personas para llevarlas a un lugar seguro y que se fuera a su casa, esas palabras causaron mucho temor en Laura.
La mamá de Laura asustada decide salir de la casa y se pone a caminar por el bulevar cuando su venia le dijo que a donde iba con tanto niño y la invito a subir a la azotea. La falta de suministros básicos, como alimentos y agua potable eran solo uno de los problemas ya que también fue la falta de luz en la ciudad, el frio y las enfermedades que causaron la muerte de muchos niños y adultos.
Laura relato que un helicóptero llegó a su rescate desde la bodega de la Cervecería Corona, brindándoles alimentos en una canasta a su familia y a las otras 70 personas que se encontraban con ellos.
El 20 de agosto, el ejército ingresó con el Ejército con el plan DN-III-E.
Laura y su familia fueron trasladadas a la harinera, donde encontraron refugio y la oportunidad de bañarse y vestirse adecuadamente. La inundación no solo cambió sus vidas, sino que también les mostró la importancia de la solidaridad en tiempos de crisis.
* Extraído del libro ‘50 años, 50 Historias sobre la inundación de Irapuato de 1973’