Cuerámaro, Guanajuato.- Adolfo Guerra se fue de mojado a los 26 años, allá por la década de los 90´s, a Estados Unidos en busca de trabajo, ya que la situación económica en casa no era buena, se había graduado de profesor, no encontraba trabajo, su abuela había muerto, el negocio que tenía cerró, así que decidió ir a buscar oportunidades en el país de norte.
En la travesía que inició saliendo de Cuerámaro, cruzó hacia “el otro lado” por el Paso Texas, solo que no se interno en el desierto, tuvo la suerte de que lo pudieran pasar por avión; contó el mojado que “en aquellos tiempos no había revisiones tan minuciosas como hoy en día”, recordó que en los vuelos hacia Chicago no había revisiones.
Llegó pues Adolfo a la ciudad de Chicago, en esa ciudad encontró trabajo en una fábrica de colchones que fabricaba springs, colchones, monkyes; “me especialice en la máquina que hacía las costuras de los colchones” comentó el viajero.
Una de las cosas más complicadas que vivió, dijo Adolfo, en los Estados Unidos fue estar lejos de la familia, así que en cuanto tuvo la oportunidad de regresar a casa no lo pensó dos veces y regresó a Cuerámaro; penas tenía poco tiempo de haber iniciado su familia, dos hijos pequeños lo esperaban en casa.
Al regresar a Cuerámaro la suerte lo acompañó pues rápidamente encontró trabajo de maestro y tiempo después le asignaron la plaza en la Secretaria de Educación Pública, en donde trabajó por más de 30 años y ahora ya es jubilado.