Irapuato

De migrante a misionero, Arnold un guerrero de Dios

Un joven hondureño, relató cómo es la travesía del migrante sobre “La bestia”

Irapuato, Guanajuato.- Arnold Muñoz de 28 años es un inmigrante de Honduras que reside en Irapuato desde el 2017, cuando decidió salir de su casa en busca del “sueño americano”.

“Salí de casa buscando mejores oportunidades y pensé que todo sería fácil, pensé que el tren te llevaba hasta tu destino y jamás iba a pasar todo lo que pase, ni en sueños, imagine todo lo que me esperaba”, externó Arnold.

El hondureño mencionó que es de terror todo lo que vive un inmigrante en la travesía, que todo es algo muy oscuro y difícil, “lo primero que me llenó de terror y miedos fue cruzar un rio abajo por más de cuatro horas, buscando puntos ciegos para entrar a tierras mexicanas y a mí me daba mucho miedo pues nos comentaron que días antes habían muerto más de 18 personas ahogadas entre ellos mujeres y niños y que en ese rio había mucho cocodrilo yo tenía miedo a que nos volteáramos con la corriente del rio”, dijo.

Arnold señaló que cuando llegó a tierras mexicanas ya se sentía a “salvo”, hasta que se dio cuenta a todo lo que se exponen los inmigrantes, abusos de autoridad, golpizas, asaltos y hasta secuestros.

“Llegando a tierras mexicanas, fácil, tienes que caminar dos días sin descanso para llegar al tren si bien te va, pues pasaban combis que cobran 10 o 20 pesos y a nosotros nos cobraban de 300 a 500 pesos, abusando de nuestra desesperación y necesidad de descanso, subías y solo te llevaban 3 o 4 kilómetros y te bajaban, te tocaba seguir caminando”, explicó.

Uno de los motivos que orilló a Muñoz a buscar otro rumbo y salirse de su país, fue que recibió amenazas de grupos criminales en Honduras que le pedían derecho de piso por tener un cyber-café en su casa, 2 mil pesos para ser exactos cada semana y si no pagaba, lo mataban a él y a su familia, situación que orilló a Arnold dejar su tierra y buscar mejores oportunidades de empleo para enviar dinero a su familia.

“Recuerdo que en una ocasión que venía en el tren, nos bajaron dejándonos en medio de la nada, pues el tren pasa por donde no te imaginas, ves de todos los animales salvaje, gorilas, serpientes, leones y más. Y en ese momento paso otro tren y dije, yo me tengo que subir no me puedo quedar en la selva, paso el tren y vi que mis otros compañeros subieron y dije aquí va la mía y para subirte tú tienes que seguir la escalera con la mirada y correr al ritmo del tren y a mí se me acabo el camino mientras el tren seguía, dije,  aquí tiene que ser, salte y agarre la escalera con una mano, cuando tiene que ser con las dos manos y todo el peso del cuerpo cae sobre los metales del tren, que es un dolor muy fuerte e indescriptible, el tren me jalo hacia adentro de las vías y por gracia de Dios también me aventó para afuera pero yo pensaba que había perdido mis piernas.

La bestia me aventó a la grava y quede muy golpeado y yo decía dos cosas en mi mente, mamá y Dios, -Mamá, mamá- decía de forma desgarradora y por mi mente pasaba,- ¿Que va a pasar cuando le digan a mi mamá que encontraron a su hijo muerto en las vías del tren?-, me levante pidiéndole muchas fuerzas a Dios, mientras que el tren le dio suave, yo aproveche para subirme pero estaba todo mareado y me puse a cuentas con Dios y le pedí perdón por todos mis pecados, que perdonara mis faltas y si era mi último día que me recibiera en su reino y cuando estaba por subir me encontré con lo que jamás un inmigrante se quiere encontrar, me encontré con un cartel de narcotraficantes que estaba secuestrando a la gente y me vieron todo ensangrentado y con mucho pánico camine hacia un vagón donde estaban unos conocidos míos y alcance a percibir que  discutían,  se puso tan intenso que sacó un arma el cabecilla y dijo nosotros somos los ZETAS y esta persona comenzó a rogar por su vida y para mi estuvo como de película, pues cuando llegue hasta el vagón, el tipo con la pistola me dijó – ¡Morro, morro, pensamos que te había matado la bestia! – y le dijo a sus secuaces que me ayudaran y los malhechores no me hicieron nada gracias a Dios, solo me ayudaron a subir”, relató.

Después de todo lo vivido, Arnold reside en Irapuato, donde ha encontrado gente maravillosa, que para el son como ángeles, y aquí en la ciudad fresera se ha dedicado a la obra de Dios, es misionero y comparte el mensaje, así como también colabora con la asociación civil “Amigos del Tren, México”, ayudando a los migrantes con un grupo de amigos y misioneros, cuidan a los niños, enfermos en el hospital, migrantes e indigentes, pues ama lo que hace, ama cuidar del prójimo,

Muñoz concluyó con el siguiente mensaje, “si tú, siembras amor, cosechas amor y recordar todo lo que yo pase y ver como Dios me abrazo me hace feliz”, concluyó.

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