La carga mental es silenciosa, y esa cualidad la hace doblemente pesada. La sociedad no la reconoce porque no valora ni remunera los cuidados domésticos, a pesar de ser un pilar fundamental de la economía.
Históricamente, la gestión del hogar ha sido entendida como algo esencialmente femenino, que es donde las mujeres hacen todo por instinto. Y la reciente aceptación de tareas domésticas por parte de los varones, les ha proporcionado la coartada perfecta para demostrar su empatía y dar el tema por arreglado.
La carga mental está detrás de muchas peleas, crisis de pareja y hasta rupturas, ya que genera mucha desigualdad y descontento.
Sentimientos de angustia que no se saben muy bien de dónde vienen. En parejas sin hijos, es común que estas disputas se tapen contratando a una persona para que acuda a limpiar la casa unos días a la semana y asunto arreglado, se oculta el problema, pero cuando llegan los hijos todo se vuelve más complicado, ya que es más difícil delegar en otro la crianza y educación de los hijos
Hay momentos clave en la vida de las personas donde la carga mental se hace evidente, no es casualidad que las mujeres consuman más antidepresivos y ansiolíticos que los hombres.