Irapuato, Guanajuato.- Todos sueñan con la posibilidad de ver a los Reyes Magos, a Melchor, Gaspar o Baltazar, y recibir directamente de sus manos los regalos destinados para ellos. Para la mayoría de los niños, esto es casi imposible, pero para Axel, las cosas fueron distintas.
Cuando Axel era pequeño, su familia le dio una noticia inesperada: “Métete a bañar, arréglate, péinate y ponte un suéter con una chamarra porque vamos a ir a ver la Cabalgata de Reyes”. Emocionado, el niño obedeció de inmediato.
Se vistió con su mejor pantalón, su playera favorita, la de las Chivas, y unos tenis desgastados por las incontables batallas en los partidos de fútbol callejero.
La familia abordó el auto que los llevaría al lugar reservado previamente por su tío, justo en la plaza frente a la Plaza del Comercio. Axel logró abrirse paso entre la multitud y se sentó en primera fila para no perderse ni un detalle de la cabalgata.
La espera fue larga, los minutos parecían interminables, pero finalmente, a lo lejos, los globos comenzaron a elevarse y los tambores retumbaron, anunciando la llegada de los Reyes Magos.
Carruaje tras carruaje, ángeles, cantos y bailarines desfilaron frente a Axel, hasta que finalmente aparecieron ellos: los Reyes Magos. Axel, lleno de emoción, saltó de su asiento y comenzó a dar brincos de alegría. Su sorpresa fue mayor cuando uno de los duendes de la comitiva lo levantó y lo acercó a Baltazar.
El Rey Mago sacó del costal que llevaba consigo tres pares de tenis: uno azul, otro rojo y otro gris. Entonces, le dijo:
“Sabemos que te gusta mucho jugar y que los tenis te los acabas rápidamente, así que aquí te dejo tres pares para que te duren todo el año”.
Esas palabras quedaron grabadas en la memoria de Axel, quien nunca olvidará aquel día en el que los Reyes Magos hicieron realidad su sueño.
