Analizan corridos trágicos de José Alfredo en la FIL de Guadalajara

Diálogos con Macaria España, celayense escritora de novela negra

Velio Ortega y Macaria España, en la FIL de Guadalajara.

Guadalajara, Jalisco.- José Alfredo Jiménez cantó al amor y al desamor, a estados y ciudades; abordó en sus letras temas como la suerte, la fe, el amor y la muerte. Fue éste último el reflexionado desde dos perspectivas: la sociológica y literaria, por parte del autor, y el de la literatura vinculada con la novela negra, de parte de la comentarista, la escritora celayense Macaria España.

“El último trago”, ensayo escrito por este servidor y publicado por La Rana, la editorial del Instituto Estatal de Cultura, tuvo un ajetreado fin de semana.

Primero fue en Dolores Hidalgo, a instancias de la Comunidad Amigos de José Alfredo (CAJA), instancia liderada por Carlos Navarrete, quien conoció por circunstancia a la música y letras del vate dolorense y lo hizo suyo para convertirse en uno de sus más entusiastas honradores.

En un restaurante bar de Dolores, a unos pasos de la Casa Museo de José Alfredo Jiménez, el libro fue descrito y explicado por su autor en una bohemia de tequilas y mezcales, con un cantante yucateco que reinterpretó en un estilo entre ranchera y trova la obra del poeta popular.

La reseña aquí termina, pues después de los “palomazos” de algunos concurrentes los elíxires ya no permiten recordar otros pasares.

En Guadalajara

La Feria Internacional del Libro (FIL) es inmensa y variada. Ahí el IEC montó un stand con obras suyas y de otras editoriales guanajuatenses. Ahí volvió a llegar “El último trago”.

Era la presentación número 15 de la obra, donde no podía faltar la música. Esta vez, a falta de mariachi, se utilizó el bluetooth para arrancar con “El último trago” y seguir con otras de cantos amores y desamores, entre ellas “Amanecí en tus brazos”.

Como siempre el comentarista era un varón, esta vez la invitación se extendió a una escritora: Macaria España, narradora, periodista y docente mexicana. Licenciada en Periodismo, estudió la Maestría en Artes en la Universidad de Guanajuato.

Fue fundadora de Letróxico, laboratorio de creación literaria. Ha sido becaria del IEC de Guanajuato 2005 y 2008, así como del Programa Jóvenes Creadores en Letras por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), de 2015 a 2016.

Ha obtenido diversos reconocimientos literarios. Parte de su obra forma parte de cinco antologías. Fue finalista del Concurso de Cuento Palabras Malditas 2007 y obtuvo mención honorífica en la categoría cuento del Premio de Literatura León 2010. Ha sido publicada en periódicos regionales y las revistas Tragaluz, Barca de Palabras y Dédalo.

Autora de siete libros, se le reconoce de manera especial por sus novelas negras: “Banana Street”, y “N.N.”, “La generación del Desencanto”, “23 centímetros”, “Las esquinas del mundo”, “Naturaleza mecánica” y “El mal”.

De José Alfredo se ha dicho mucho en el ámbito del amor y su filosofía, de ese macho derrotado que finalmente se resigna a no ser aceptado o ser rechazada; que, pese a todo, no insulta a la mujer.

Macaria España reconoce esa visión de las letras joséalfredianas. Su postura personal es a favor de los derechos de las mujeres, pero no antepone su visión política y reconoce el planteamiento del dolorense. Si bien está inserto en su tiempo y circunstancia de machismo, su canto es más de hombre que ama y desama que de macho violento.

Soy joséalfrediana, también bohemia, aclaró la presentadora.

Cuando el tema fue el de los corridos de José Alfredo, como “El perro negro”, “Sucedió en la barranca” o “Tierra sin nombre”, ambos coincidieron en la calidad literaria y narrativa del compositor.

Velio Ortega, ex-reportero de nota roja; Macaria España, escritora de novela negra. Ambos reconocieron el valor literario de esas historias de tragedia, dignas de un buen reportaje policíaco y del drama de la tragedia amorosa.

Fue la parte aportadora en esa charla en Guadalajara, en el stand del IEC, con gente de La Rana, con escritores y compradores que asomaron al escuchar esa sesión en la que sonó “El rey” y remató con “Mundo raro”.

Noche para celebrar. Faltó el tequila.

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