Por Gerry Orozco.
Irapuato, Guanajuato.- Don Salvador Velázquez oriundo de Irapuato cuenta en la actualidad con 63 años; él se dedica a cuidar los jardines del Parque Irekua. A los 14 años de edad Salvador tomó una mochila, vendió sus casetes de música a los “fierreros”, obteniendo 25 mil pesos de aquellos tiempos y se lanzó a la aventura de ir a buscar el llamado sueño americano.
El Irapuatense dijo que no dio aviso a nadie de sus familiares, se subió al tren, de “polizonte”, y llegó hasta Mexicali; en el transcurso del viaje, mencionó que, cada vez que el tren paraba el bajaba y pedía un taco en alguna de las casas circunvecinas a las vías del tren, para poder comer algo, “ahí no había nada de que ¡no me gusta!, todo me lo comía”
Legando a Mexicali, abordo un camión de línea que lo llevó hasta Tijuana, ahí tuvo que gastar 20 mil pesos del boleto de los 25 mil que traía.
Llegando a Tijuana Don Salvador tuvo que dormir en una casa abandonada, relató que en la fronteriza ciudad hay muchas casas deshabitadas, y que ahí logró pasar varias noches, al pasar de los días encontró trabajo en una obra en construcción.
“No podía con el bulto, me iba de hocico, pero ¡tenía que comer!” y así pasaron los años hasta que cumplió la mayoría de edad, encontrando trabajo en una fábrica de persianas. Ahí duró trabajando 10 años llegando a colocarse como supervisor.
Recordó que el trabajo en esos tiempos era fácil de conseguir, que cualquier dificultad que se tenía con un patrón uno lo dejaba y se iba a buscar otro empleo y no pasaban dos días y ya estaba contratado en otra empresa pues había muchísimo trabajo.
Un día reflexionó y pensó que en la fábrica de persianas no iba a aprender nada, que a final de cuentas siempre hacia lo mismo y que cuando fuera más grande requeriría saber algo más para poder mantenerse, así que dejó la fábrica y se regresó a la obra.
Ahí tuvo la oportunidad de seguir practicando, orgullosamente comentó que “sabe construir una casita” que se defiende. Al incrementar sus habilidades como albañil varias personas lo empezaron a llamar par ir a hacer trabajos en los Estados Unidos, él aventurero Salvador iba y venía pues no le gustaba esta por allá.
Don Salvador encontró una mujer con quien hacer su familia tuvo dos hijos, pero no le fue suficiente tener una mujer y juntó en la misma casa a otra, con la que no tuvo hijos, pero ella tenía ya, dos criaturas. Mencionó “en ese tiempo se ganaba bien. Podía con las dos”.
Al andar saltando la frontera se fue relacionando con varias personas y lo invitaron a formar parte de un grupo de “polleros” que pasaban indocumentados hacia E.U. “de tres de cinco” comenzó hasta llevar grupos de veinte personas.
Después el negocio del “brinco” se fue expandiendo, es decir, “cargábamos a los pollos con una pelota de un kilo aproximadamente” 20 kilos en un brinco, pero comencé a consumir droga así que el dinero que ganaba se iba en el vicio y con mujeres, dijo Don Salvador.
En unas vacaciones que Salvador vino a visitar a su familia aquí en Irapuato, se encontró con que su madre tenía problemas familiares y de salud; él arto de la situación quería regresar a Tijuana lo más rápido posible, sin embargo, la mamá le pidió que no se regresara que la apoyara para que pudiera arreglar los conflictos familiares en los que estaba inmiscuida, “como te va a ir y me vas a dejar con los problemas” le dijo su madre.
Don Salvador dando solidaridad hacia su mamá se quedó dejando abandonado todo lo que tenía en Tijuana.