Irapuato, Guanajuato.- El primero de septiembre del año 1981 fue el principio de una vida de enseñanza para la maestra Luz María Rangel mejor conocida como la maestra “Bella”.
A la edad de 6 años, ella quería ser enfermera, al cumplir 14 años decidió que en realidad su vocación era la enseñanza.
Madre de tres hermosos hijos y esposa de un gran hombre.
“Lo mejor de los años vividos como maestra fue la gran amistad que viví con mis compañeros, conocer a padres excepcionales y pasarles mis conocimientos a los niños con los que compartí ciclos completos”
Como en todo trabajo hubo problemas, altas y bajas pero sin duda alguna en la balanza de la maestra siempre pesaran más los momentos maravillosos.
Al cumplir 31 años de servicio decidió jubilarse para dedicarse a ella, a sus hijos, a su esposo y a su nieto.
“Se cumplió mi ciclo de vida, me sentí satisfecha y agradecida con Dios por permitirme llegar a culminar esa gran etapa de mi vida”
El ser maestra fue una de las mejores etapas de su vida, el ser madre y esposa suman un logro más.
“Debemos entender a los niños, saber que todos son distintos, todos tienen un costal de sueños y algunos mezclados con problemas por el núcleo familiar, yo le aconsejo a todos los nuevos maestros que escuchen y entiendan a cada pequeño pues ellos son frágiles”. Concluyó