Todo conflicto puede terminar en guerra.
Toda guerra tiene sentido a la luz de la criptopolítica
Hace unos días Rusia tomó el control de la República Autónoma de Crimea, territorio que oficialmente forma parte de Ucrania. La ocupación rusa a Crimea ha evidenciado una realidad sumamente preocupante: podrían estarse conjuntando las condiciones para un eventual conflicto de proporciones catastróficas.
La determinación de Vladímir Vladímirovich Putin, presidente de la Federación Rusa, de desplegar tropas en Crimea, con el aval otorgado vía fast track del Consejo de la Federación o Senado ruso, podría parecer a simple vista una cuestión de prioridad geoestratégica, pero va más allá. Veamos por qué.
Crimea es relevante si se considera que es un puerto natural al Mar Negro, el cual es una puerta franca a los países colindantes: Rumania, Bulgaria, Turquía, Georgia, Rusia y la propia Ucrania.
Por si fuera poco, en Crimea está la sede de la mayor flota de guerra rusa y la mayoría de la población es de ese origen; además, desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, Crimea ha sido el punto de disputa entre Ucrania y Rusia.
Por otra parte, hace unas semanas una revuelta en Ucrania destituyó a quien fuera el primer ministro, Víktor Yanukóvich, por cierto de orientación pro rusa y quien rechazó los acuerdos para una mayor integración ucraniana a la Unión Europea (UE).
Después de lo acontecido, se recrudeció la fragmentación de Ucrania: la zona oeste calificada como pro UE/Estados Unidos frente al sur y al este pro Rusia –en esta zona está Crimea-.
En este contexto debe entenderse la presencia de las tropas rusas en Crimea, no es otra cosa que el apuntalamiento de la posible partición de Ucrania en dos, como sucedió en su momento con Alemania.
Mientras los rusos se instalan en Crimea con el consentimiento de las autoridades locales, el recién nombrado gobierno ucraniano ha solicitado la intervención de la comunidad internacional para frenar el avance armado ruso. La respuesta no se ha hecho esperar. Barack Obama ha amenazado a Rusia con un aislamiento económico y político, y la posible expulsión del G-8.
La llamada Guerra Fría está viva, por eso en ese contexto las manifestaciones pro UE son vistas desde Rusia como una amenaza a su seguridad.
Miremos con otros ojos. Después de la disolución de la URSS y del aparente final de la Guerra Fría, pese a las declaratorias de independencia, Rusia no cedió en su dominio económico, militar y político sobre las naciones que en su momento conformaron la extinta Unión Soviética; y por otro lado Estados Unidos continuó penetrando en la zona y así poder incidir en los asuntos internos para acotar a los rusos.
Si analizamos con mirada rusa veremos que a poco más de veinte años, a los estadounidenses y sus aliados se les tenía sin presencia dentro de las fronteras ucranianas, pero hoy las cosas han cambiado, hay un gobierno en Ucrania pro UE y seguramente no dudaría en permitir la presencia de tropas extranjeras en contra de Rusia. Esto para un imperio, como es el ruso, significa una amenaza y casi una declaratoria de guerra no manifiesta.
Debido al status jurídico de Crimea, a la conformación de su población, a la afinidad de las autoridades locales y a la presencia que siempre tuvo Rusia en el lugar, desde ahora debe tenerse a dicha república como perdida para los intereses pro UE, pero es sólo el comienzo de algo mayor.
Ucrania está severamente endeudada con Rusia y, según cálculos de especialistas, el 5 por ciento de la producción mundial de gas cruza mediante ductos su suelo proveniente de su acreedora. No sería descabellado pensar que los ejércitos rusos pudieran incursionar en territorio ucraniano argumentando la salvaguarda de los ductos de gas, la integridad de la población rusa y pro rusa, así como con la exigencia del pago de lo que se les adeuda.
Continuaremos analizando.
ABEL PÉREZ ROJAS
Poeta, Comunicador y Doctor en Educación Permanente. Dirige Sabersinfin.com
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