Por Gerry Orozco.
Pénjamo, Guanajuato.- El cuerpo que estaba siendo velado en la capilla principal del Panteón Municipal de Pénjamo, se levantó justo el día y hora del eclipse, lo que generó que los asistentes salieran huyendo, contó José Alonzo Contreras empleado del panteón.
Hasta el cura que presidió los funerales salió despavorido del lugar, sin antes tropezarse varias veces, gracias a la lentitud para escapar de la sotana que irremediablemente pisó con sus pies, añadió José Alonzo.
El difunto por la desesperación de librarse del ataúd que lo contenía, rompió el vidrio y se cortó la cara, lo que provocó una escena todavía más escalofriante, pues la sangre le cubrió gran parte del rostro.
La persona, que todos los asistentes presumían era un difunto, se dedicaba a vender gelatinas en la plaza central de la ciudad. Esta era la segunda vez que el comerciante asistía a su funeral y se arrepentía.
El trabajador del panteón señaló que esta historia ocurrió cuando tuvo lugar el eclipse total de sol el 11 de julio de 1991.