Opinión.- La mejor experiencia en la vida, es vivir en el amor y su trascendencia, es tener conocimiento y conciencia sobre el mismo, y gracias al legado escrito en prosa y verso que nos deja San Juan de la Cruz en sus obras, se puede dar un seguimiento explícito a ese sabio entendimiento, que me atrevo a decir nos hace experimentar su alcance y conclusión.
“San Felipe de Sainz de Baranda, actualmente, General de los Carmelitas, asegura que la personalidad de San Juan de la Cruz es de gran importancia Incluso para los no cristianos, porque puede descubrir mucho a través de él, porque sabe contemplar desde la fe, la belleza de los valores humanos y al hombre en particular”
Juan de Yepes Álvarez, nació en Fontiberos, Avila, España, el 24 junio, 1542; falleció en Úbeda, Andalucía, el 14 de Diciembre de 1591. Fue un religioso, teólogo y poeta místico del renacimiento español, reformador de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús. Desde 1952 es el patrono de los poetas en lengua española.
Su padre, Gonzalo de Yépez es por nacimiento un hidalgo de importante abolengo, al quedar huérfano, vive al amparo de sus tíos. Fue agente comercial de tejedores de seda, hacia negocios en varias ciudades, las que preponderan en su camino era Medina de Campos y Fontiberos, en donde conoce a Catalina Álvarez, quien era una humilde tejedora. El casamiento desigual en esa época era mal visto. Gonzalo, quien se casa por amor y sin protección económica de sus familiares, se forja en el trabajo y se convierte en tejedor, por amor vivió en la pobreza, el trabajo en el telar era mal pagado. Motivo por el que la familia pasa por fuertes penurias, ya que su padre a pesar de pertenecer a una familia acaudalada, había sido desheredado por su matrimonio y muere joven. Su madre y sus hermanos trabajaban en los telares para subsistir.
Medina del Campo era una ciudad celebre de España, todos los años en la feria que duraba tres meses, se instalaban comerciantes de Francia y Holanda, ellos exhibian telas; de Flandes sus famosos Tapices; de Italia se ponían mostradores de libros; de Córdoba exhibían pieles y cueros; y de Toledo sus joyas y tejidos de seda.
Juan estudió en la escuela pública de Medina Campo, donde la familia había ido a vivir, y demostró ser un alumno atento y sagaz. A los 17 años ingresó en un Colegio de Jesuitas y, cuatro años más tarde, tomó los hábitos de la orden de las Carmelitas y adoptó el nombre de fray Juan de san Matías.
“Su insatisfacción con el modo de vivir la experiencia contemplativa en el Carmelo, le hacen considerar irse a la Cartuja, en 1567 regresa a Medina del Campo por unos pocos días para ser ordenado presbítero y celebrar su primera misa en presencia de su hermano, el resto de su familia y sus amigos del convento y allí conoce a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su «Reforma carmelita», los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de su orden, que tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calzados”
“El 28 de noviembre de 1568 funda en Duruelo (Ávila) el primer convento de la rama masculina del Carmelo Descalzo siguiendo la «Regla Primitiva» de San Alberto esto es, un establecimiento que propugna el retorno a la práctica original de la orden. Durante la ceremonia cambia su nombre por el de fray Juan de la Cruz. En 1570 la fundación se trasladó a Mancera, donde Juan desempeñó el cargo de subprior y maestro de novicios. En 1571, después de una breve estancia en Pastrana, donde puso en marcha su noviciado, se establece en Alcalá de Henares como rector del recién fundado Colegio convento de Carmelitas Descalzos de San Cirilo.10
Juan se convierte en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos a esta reforma carmelitana. En 1572 viaja, invitado por Teresa de Jesús, al Convento de la Encarnación en Ávila, donde asumirá las tareas de vicario y confesor de las monjas. Permanecerá aquí hasta finales de 1577, por lo que acompañará a la madre Teresa a la fundación de diversos conventos de descalzas, como el de Segovia”
En este contexto es en el que se produce el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien ya en 1575 había sido detenido y encarcelado en Medina del Campo durante unos días por los frailes calzados. La noche del 3 de diciembre de 1577 Juan de la Cruz es nuevamente apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde es obligado a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses. Durante este periodo de reclusión escribe las treinta y una primeras estrofas del Cántico espiritual (en la versión conocida como protocántico), varios romances y el poema de la fonte, y los canta en su estrecha reclusión para consolarse.
Planea detenidamente su fuga y entre el 16 y el 18 de mayo de 1578, con la ayuda de un carcelero, se escapa en medio de la noche y se acoge en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas, también en Toledo. Para mayor seguridad, las monjas lo envían al Hospital de Santa Cruz, en el que estuvo mes y medio”
Durante este periodo, los conflictos jurisdiccionales entre los carmelitas calzados y descalzos, se dan debidos a distintos enfoques espirituales de la reforma; en 1580 el Carmelo Descalzo se erige en Provincia exenta y en 1588 es reconocida como Orden.
A San Juan de la Cruz, le gustaba la sicología; está probado ampliamente en sus escritos. Su principio es que el alma debe vaciarse del ego para ser llenada por Dios. Su obra es la caridad, mencionaba que seremos juzgados según el amor que demos, “Donde no hay amor, ponle amor y recogerás amor” era testigo del amor a Dios y del amor al prójimo.
Tenemos por herencia, himnos de amor, exigencias, angustias y los triunfos de ejercitar los actos de amor. Hermosas palabras contemplativas en su obra poética, que provienen de su misticismo e iluminación, de una intensa melancolía afectiva que se reflejan en sus versos, vertidas de su espiritualidad y sencillez. Su excelente obra se basa en el alma y su unión con Dios.
Sus obras cumbres son tres poemas considerados mayores: Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva; y un conjunto de poemas habitualmente calificados como menores: cinco glosas, diez romances y dos cantares.
He aquí algunas estrofas de sus versos de la Noche Oscura:
En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.
Estrofas de su Cantico Espiritual:
Esposa (alma): ¿Adónde te escondiste,amado, y me dejaste con gemido?Como el ciervo huiste,habiéndome herido;salí tras ti, clamando, y eras ido. Pastores, los que fuerdesallá, por las majadas, al otero,si por ventura vierdesaquél que yo más quiero,decidle que adolezco, peno y muero. Buscando mis amores,iré por esos montes y riberas;ni cogeré las flores,ni temeré las fieras,y pasaré los fuertes y fronteras.
De su poema Llama de Amor Viva:
Canciones del alma en la íntima comunicación, de unión de amor de Dios.
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.
3. ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
4. ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras:
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno
¿cuán delicadamente me enamoras!
El alma de la Noche Oscura pasa por las pruebas de la oscuridad y de la melancolía, y ve la luz en el Cantico Espiritual y el amor profundo que se vive con intensidad por darse el encuentro con Dios, en Llama de Amor Viva. Se glorifica con sus poemas divinos y excelsos.
Es importante recalcar su obra del “Monte de perfección o Monte Carmelo es el nombre con el que se conoce a los 60 dibujos que trazo en 1579 para sus alumnos. En ellos representa su doctrina mística, pero uno es el más representativo, se trata de un dibujo que describe un monte con tres caminos, dos a los lados y uno en el centro. Sólo el del centro permite subir a la cima del monte donde no hay nada, excepto el divino silencio. El dibujo tiene notas a modo de rimas, compuestas para los tres caminos.
“El de la derecha, el camino mundano, señala sus peligros: poseer, gozo, saber, consuelo, descanso. Asimismo el de la izquierda marca también los peligros de un camino espiritual: gloria, gozo, saber, consuelo, descanso. Sorprende especialmente la leyenda de los escalones del camino central, el correcto, en los cuales se lee: Nada, nada, nada, nada, nada Como nota de este gráfico el autor escribe: Da avisos y doctrina, así a los principiantes como a los aprovechados, muy provechosa para que sepan desembarazarse de todo lo temporal y no embarazarse con lo espiritual, y queden en la suma desnudez y libertad de espíritu, la cual se requiere para la divina unión”
Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal en 1590, es destituido en 1591 de todos sus cargos, y queda como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela de La Carolina y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.
Tras su muerte, se inician los pleitos entre Úbeda y Segovia por la posesión de sus restos. En 1593 se trasladan a Segovia, donde reposan actualmente. El proceso de beatificación y canonización se inició en 1627 y finalizó en 1630. Fue beatificado en 1675 por Clemente X y canonizado por Benedicto XIII en 1726. Posteriormente, el 24 de agosto de 1926, Pío XI lo proclama Doctor de la Iglesia Universal.
En esa época (siglo XVI), muchos santos surgieron es el siglo de oro, el siglo del amor, en busca del más allá, de lo absoluto, de Dios.
En vida no se publicó ninguno de sus escritos, fue hasta después de su muerte, que se recogieron y se imprimieron. San Juan de la Cruz se caracterizó por su sufrimiento y su entrega, dejo sus huellas en su arte, en su gran profundidad mística.
Karol Wojtyla, baso su Tesis doctoral “La doctrina de la fe según San Juan de la Cruz” (1948)
(Weigel, George; 1999, Biografía de Juan Pablo II. Testigo de la esperanza, Pp. 127-129).
Algunas de sus frases breves resumen bien su doctrina, como:
«Niega tus deseos, y hallarás lo que desea tu corazón»
«El amor no consiste en sentir grandes cosas, sino en tener grande desnudez, y padecer por el Amado»”