Seis intrépidas militantes de Greenpeace -Victoria, Ali, Sabine, Sandra, Liesbeth y Wiola- han conquistado la cima del edificio más alto de Europa, el “Shard” de Londres, en protesta con las prospecciones petrolíferas de la compañía Shell en el Artico. Para culminar su protesta han desplegado una bandera azul con el mensaje “¡Salvad el Artico!”.
Las seis escaladoras han retrasmitido durante más de 15 horas su ascenso hasta los 310 metros del rascacielos y han logrado sobre el trayecto más de 60.000 peticiones dirigidas a la compañía petrolera, entre la expectación de miles de londinenses que se acercaron a la orilla sur del Támessis para seguir en directo sus evoluciones.
“Todavía estamos colgadas, no vamos a mentir: es agotador”, escribía en Twitter la canadiense Victoria Henry. “Llegamos a lo más alto, esperamos que Shell tome ahora nota del mensaje.
La elección del “Shard” (literalmente, la esquirla) fue doblemente simbólica: por su cercanía a la sede global de compañía petrolífera y por la forma de ‘pináculo de hielo”’ del rascacielos diseñado por Renzo Piano, que ha tenido que cerrar temporalmente su mirador para por razones de seguridad.
Todos los intentos de disuadir a las seis escaladoras para interrumpieran su ascenso resultaron en vano. Su misión era llegar a los más alto para desplegar una obra de arte con “mensaje” que resonara desde lo más alto de Londres y reclamara la creación de un santuario de la vida silvestre en el Ártico.
Las seis escaladoras -naturales del Reino Unido, Canadá, Suecia, Polonia, Holanda y Bélgica- llegaron a la base del rascacielos trepando desde la estación de London Bridge en plena madrugada. Antes de la partida, posaron con todos los bártulos sin hacer excesivo ruido para no comprometer la subida.
“Elegimos el “Shard” porque desde aquí se ven las tres sedes de Shell y queremos que quede clara nuestra oposición a seguir perforando el Ártico a la busca de petróleo, que es la principal razón por la que está desapareciendo el casquete de hielo”, declaró Sandra Lamborn, 27 años. “Si se produjera un derrame de crudo en sus aguas, los daños serían incalculables”.