Por momento la lluvia impedía la visibilidad para los conductores de los vehículos de emergencia que se dirigían al lugar donde cayó el avión de Aeroméxico alrededor de las 15:30 horas.
El agua, en algunas calles, alcanzaba el medio metro de altura.
Ezequiel Sánchez, es sacerdote católico y rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, Illinois, Estados Unidos.
“Señor ven a mi auxilio, absuélvanos, yo les absuelvo de vuestros pecados a todos en este avión ampara nuestras almas señor, ayúdanos señor si es tu voluntad que no gire el avión, que no voltee, danos oportunidad. ¿Y lo escucho? Parece que sí”, dijo Ezequiel Sánchez, sacerdote católico y rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
Él es uno de los sobrevivientes del vuelo AM2431 de Aeroméxico que se desplomó la tarde del martes a unos metros de la pista del Aeropuerto internacional Guadalupe Victoria de la capital de Durango.
“Cuando empezamos a oír los motores con esta lluvia y granizo cayendo, yo digo, pues entonces tiene mucha confianza en este equipo, entonces, me cayó raro que nos fuimos, pero, repito, no me asusto en el sentido, dije, espero en Dios que el piloto sepa lo que está haciendo”, relató Ezequiel Sánchez, sacerdote católico y rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
Dice que las autoridades deberán de realizar una investigación a fondo para determinar qué fue lo que provocó el desplome de la aeronave.
“El piloto en mi juicio hizo lo correcto, es tratar de poner ese avión otra vez en la pista, porque la pista es la cosa que te va a reducir la velocidad para antes de llegar al final para que el avión no llegue a peores, porque realmente si la velocidad hubiera sido más rápida, como chocamos, el avión hubiera volteado y con un avión lleno de combustible, imagínate”, precisó Ezequiel Sánchez, sacerdote católico y rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.