Guanajuato, Gto.
Francisco “Paco” José Caballero Vértiz, quien fuera integrante de Los Juglares y del Teatro Universitario de Guanajuato, murió a los 74 años de edad. Su deceso fue dado a conocer por sus amigos de redes digitales este sábado por la tarde.
Durante más de 56 años participó en la actividad actoral; fue decano del Teatro Universitario, institución que ha participado en todas las ediciones del Festival internacional Cervantino (FIC), con los Entremeses Cervantinos.
Fue contador público de profesión, pero por encima tuvo su pasión por el teatro. Al respecto, decía:
“Somos un grupo de teatro más viejo que el grupo de teatro de Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam), porque allá tienen poco más de 60 años y acá muchos ya andamos por los 70 años”.
Francisco “Paco” Caballero tenía 18 años cuando ingresó a las filas de grupo teatral universitario que es una de las glorias artísticas de la Universidad de Guanajuato. Cursaba el primer año de su carrera profesional que se decantó por la Contaduría Pública.
Originario del municipio de San Luis de la Paz, tenía que viajar cada fin de semana para reunirse con su familia y eso le imposibilitaba estar en las funciones, “pero en cuanto hubo oportunidad y mi familia se mudó a Guanajuato capital, le entré de lleno y de ahí para el real”.
El amor que tiene por el teatro universitario es evidente. Ha dejado ir oportunidades de trabajo, quizá mejores a las que tuvo, por quedarse en los escenarios, “porque esto es lo que me gusta hacer”.
Como todos los integrantes del teatro estudiantil, no cursó la carrera actoral. La ejerció de manera amateur, por puro amor al escenario que en este caso es la emblemática Plaza de San Roque, en la ciudad de Guanajuato. Explicó en entrevista:
“A mí me viene la vena de mi padre que nació en el teatro Ángela Peralta, en el municipio de San Miguel de Allende; mi abuelo era el encargado del teatro y mi padre ahí nació y también gran parte de su vida se dedicó a hacer obras de teatro, casi hasta antes de morir a la edad de 86 años”.
El teatro fue su vida, o la mitad de ella. Ahí conoció a su esposa, se casaron y hasta sus hijos le entraron a la actuación, aunque después ya se retiraron, para dedicarse a su profesión. Uno es psiquiatra, y otra que es licenciada en Diseño Gráfico, pintora y también poeta.
Nunca hubo reclamos familiares, porque como participaron todos en algún momento, “entienden lo que es el cariño a la camiseta del teatro”.
Una de sus inquietudes era que su generación debía ser relevada por gente más joven:
“Tenemos que apoyar a los que entren nuevos, es necesario, es urgente que un nuevo grupo de jóvenes tomen el relevo” generacional, para lo que el gusto por las artes escénicas se reactive. Los que andamos ahí, sí nos gusta mucho; pero ya tenemos que dar la estafeta. Por ejemplo, en los Entremeses Cervantinos, yo la hago de anciano, y podría decirse, que no estoy actuando, porque ya estoy representando mi papel”.
Quizá sean los nuevos tiempos, las nuevas formas de comunicar o el enfriamiento que han tenido muchas de las manifestaciones culturales y artísticas, lo que provoque la indiferencia, aunque también podría haber otras causas, porque también es cierto que hay mucha apatía de las personas en general, se lamentaba.
Afirmaba que sus amigos le decían: “te vamos a mandar al récord Guinness, porque ¿dónde encuentran a un actor que tenga 50 años en el mismo grupo, 50 años con la misma obra, pero 50 años sin cobrar?, no encontrarán a ninguno”.
Este sábado se fue… y no le pagaron ni un peso.