Irapuato, Guanajuato.- La llegada del automóvil a la ciudad, no solo revolucionó la economía del municipio, también impulsó la transformación de sus calles, infraestructura vial y reglamentos de la época, dando pauta a su modernización.
Dulce Vázquez Mendiola, directora del Archivo Histórico Municipal señaló que, ante la falta de señalética e infraestructura vial, los primeros conductores de automóviles debían llevar consigo instrumentos que, mediante sonidos, indicarán la acción inmediata a realizar, como dar vuelta, disminuir la velocidad, entre otras.
Con el crecimiento del parque vehicular, comenzaron los problemas viales que, obligaron a las autoridades a establecer normas para propiciar la seguridad de conductores y peatones.
Fue en 1942 cuando se realizó la primera propuesta de Reglamento Municipal, anteriormente se trabajó con el Reglamento de Tránsito del Estado, vigente desde 1928.
“En la propuesta de reglamente local para Irapuato, se mencionaba que también si las personas se acercaban con sus automóviles a peatones o a algunos animales, debían accionar su claxon varias veces, son disposiciones que quizás, ya o existen o no están vigentes por los cambios de época, diferentes estilos de vida y las situaciones de la ciudad”, puntualizó Vázquez Mendiola.
Estos fueron los primeros señalamientos viales amigables con la ciudadanía, entre ellos también se contemplaba la prohibición de usar timbres o cláxones cerca de los sanatorios. Esta medida era permitida solo para informar la intención de rebasar a un automóvil; para anunciar cambio de velocidad (disminuirla) debían sacar su brazo y realizar movimientos.
El Reglamento de Tránsito Estatal de la época, contemplaba algunas acciones que se conserva hasta nuestros días, como las placas de circulación, permisos o licencias para conducir y eran otorgadas por la Dirección de Comunicación y Obra Pública en diferentes sucursales del estado.
Para poder obtener una licencia de manejo, el solicitante debía presentarse como una persona honorable y de buenas costumbres, este era uno de los principales requisitos, además, debían saber escribir y leer; para conservarla, los conductores no debían tener multas por estado de ebriedad o consumo de estupefacientes, o bien no acumular más de tres amonestaciones por exceso de velocidad.
Los automóviles de la época, se daban a conocer mediante publicidad y correspondencia a domicilio, así mismo, se establecieron las primeras agencias en casonas de la ciudad, como el Hotel Rioja. Los interesados enviaban sus cartas solicitando los automóviles que deseaban y, a través de cartas se notificaba sobre los modelos y características en disposición.
Las cargas de combustibles se hacían en las bombas de gasolina colocadas en varios puntos de distribución, la primera gasolinera se llamó Corona Roja, una de estas se ubicó en la avenida Juárez No. 10, además de la bomba de la empresa Pierce Oil Company, situada en una esquina sur del actual Palacio Municipal