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Llámame por mi nombre

llamame por mi nombreTodos los días, desde que nacemos, las comparaciones son de lo más común. Físicas, económicas, personales, sociales, laborales, religiosas, políticas, deportivas, familiares, institucionales, en fin, de todo tipo.

-¡Está bien gordo, se parece mucho a su papá!

-¡Apenas se salvó, los “ochomesinos” son más peligrosos que los de siete!.

– A su primito lo registraron a los siete días, ya tiene un mes y aún no tiene nombre.

– ¿Todavía no lo bautizas?, cuando lo lleves va a parecer que será su Primera Comunión.

-¿Cómo que no va a hacer la Primera Comunión?, si venimos de una familia católica.

-Mi niño entró a la primaria a los cinco años y ya sabía leer y escribir.

– Deberías seguir estudiando la secundaria, si no te vas a quedar igual que tu tío.

– Seguro pasaste en la “prepa” porque tenías alguna “palanca”.

-¿Por qué no tienes novi@?, qué se me hace que…

– Es muy fácil terminar una carrera porque tienes todas esas habilidades.

-¿Aún no te titulas?, yo me titulé desde que me gradué.

– ¿Y no piensas casarte?, a tu edad ya tenía dos hijos.

-Ya tienes tres años de casad@, se me hace que el que no puede tener hijos es tu pareja.

-¡Está bien flaco, se parece mucho a su papá!

… y así… se repiten en ciclos… Que si estás gordo o flaco, comparado con quién. Que si eres alto o enano, ¿comparado con quién?. Que si eres rápido o lento. Que si eres listo o tonto. Que si eres feo o guapo. Que si eres flojo o trabajador. Que si eres de izquierda o de derecha. Que si eres optimista o pesimista. Que si eres rico o pobre. Que si eres buena o mala “onda”. Que si eres generoso o avaro… que si eres viejo o joven… o como dice en la Biblia que “si eres frío o caliente” (“porque a los tibios los vomito” -Apocalipsis 3:15-19). Nuevamente la pregunta… ¿comparado con quién?.

Porque siempre habrá alguien más pesado y más ligero. Más alto y más bajo de estatura. Siempre habrá alguien más veloz o más lento. Siempre habrá alguien más inteligente y otros más tontos. Siempre habrá unos más ricos y otros más pobres…. Las comparaciones siempre existirán. Lo único que podemos controlar es nuestra felicidad. Esa es incomparable, porque cada quien es feliz desde su persona, desde su mismo yo. No es que sean más o menos felices, cada quien vive su alegría con su propio medidor.

Por eso, no nos molestemos, ni nos angustiemos, ni siquiera perdamos el tiempo en analizar quien es más y quién es menos. Siempre, siempre habrá alguien con más y alguien con menos. Las comparaciones sólo sirven para ver el crecimiento, es decir, si queremos ir para adelante, analicemos lo que falta… y si queremos ubicar la posición en la que nos encontramos, analicemos lo que tenemos.

No me digas joven… ni viejo. Todo es relativo. Y se necesita otro punto para hacer el comparativo. El mundo está lleno de puntos comparativos. Mejor… mejor solamente llámame por mi nombre, pues cada quien tiene su autenticidad y su individualidad.

Por: Davinchi.
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