Por: Maka Brown
Tanto se ha hablado y tanto se ha escrito sobre aquella mujer vestida de blanco que camina por las calles de Guanajuato desde mediados del siglo XVI, en donde unos aseguran haberla visto, otros simplemente la han escuchado, pero lo que nadie ha contado, es que la misteriosa mujer, pertenece al selecto grupo de vampiros de la ciudad.
Lo que si se ha contado es que a la medianoche, habiendo luna llena al repiquetear las campanas de los templos comienzan a escucharse gemidos prolongados y tristes, por las calles y callejones, en donde una mujer demuestra su dolor a más no poder, gritos desgarradores que rompen con el alma y hacen que la piel de los capitalinos se enchine por todo el cuerpo.
Los guanajuatenses tenían la costumbre de que cuando la escuchaban se persignaban, pues sabían de que se trataba de un alma en pena. Del alma de una pobre mujer que no encontraba un descanso en paz.
Fue tanto el misterio, que con el paso de los años, los más atrevidos decidieron comprobar con sus propios ojos de qupe se trataban los espeluzmantes y desgarradores gritos nocturnos.
Desde las ventanas de los callejones o desde lo alto de los balcones, muchos esperaban sigilosamente para ver pasar a la Llorona. Esta gente que husmeaba y andaba de chismosa por lo general tenía que andar ebria o drogada, ya que se requería tener un gran sentido del valor para hacer frente a estos gritos demoniacos.
Los que tenían suerte, decían que habían visto una mujer vestida de blanco con un velo sobre la cara. Con un caminar lento y pesado recorría los callejones y calles de la capital guanajuatense, aunque siempre se dirigía hacia el antiguo caminero minero, por donde pasaba el río. Unos decían que era súper hermosa, los hombres decían que tenía un megacuerpazo, y un vestido semitransparente que no dejaba nada a la imaginación. En cambio, las mujeres, (y uno que otro maricón) aseguraban que tenía la cara de una cabra y que era el mismo satanás. Que tenía una joroba y en sus pies tenía pezuñas como las de los caballos.
Independientemente de cómo la veía la gente, los perros no dejaban de ladrar cuando la sentían pasar, los árboles chillaban con el aire haciendo que la noche se sintiera pesada, y llena de terror.
A medida la mujer avanzaba, su llanto era cada vez más fuerte y con un gran sentimiento de dolor, haciendo que el mismo aire tuviera miedo, que la noche se hiciera más negra y que los animales se mostraran como si estuvieran viendo al mismo demonio.
Al pasar por donde uno podía verla su llanto se perdía poco a poco, como desvaneciéndose, perdiéndose entre el aire su cuerpo se veía ligero y su falda se agitaba y apenas rozaba el agua de aquel canal del camino minero.
Más allá del famoso lamento de ¡¡Ayy mis hijos!!, la famosa mujer ha dado pie para una gran cantidad de literatura y guiones de películas. Lo que ninguna persona se ha atrevido a contar es que la Llorona… ¡era Vampira!.
Según unos escritos que nos han hecho llegar, que datan del siglo XVII, mencionan que eran los inicios de los seres de la oscuridad en Guanajuato”.
“La ciudad estaba llena de vampiros y hombres lobo por todas partes, parecía más que un verdadero terror, una verdadera fiesta.
“Muchos de los guanajuatenses ya pertenecían a la Dinastía del Makabrown, líder de los vampiros. Se cuenta que por las noches no había doncella que fuera perdonada.
Las mujeres morían por ser parte de esta misteriosa raza, mientras los hombres tenían miedo y hasta terror sólo por el hecho de escuchar acerca de colmillos o sangre”.
En este escrito esotérico traducido al español se menciona una historia en la que “Había una señora muy joven y bella, que tenía tres hijos. En cierta ocasión salió por la noche para conseguir algo para cenar. Sus pequeños los había dejado encerrados en casa. No tardo más que un instante para cuando volvió.
Sus tres crías estaban muertas, habían sido víctimas de los hombres lobo. Sus cuerpos fueron mutilados, y por todos lados corría la sangre. Aún se percibía en el lugar, el terror y la tibia sangre derramada de los pequeños. Esta señora perdió el control y salió por la calle principal (ahora avenida Juárez) pidiendo ayuda. Del cielo bajó “un ser oscuro”, que se dispuso a tranquilizarla. Caminaron por varios lugares de la ciudad hasta llegar al panteón. Ahí se encontraban aún los hombres lobo, luego de haber dado muerte de los hijos de la mujer.
Muy pronto se desarrolló una feroz batalla entre aquellos hombres lobo y el líder de los vampiros. Está por demás detallar la superioridad de poderes del misterioso vampiro.
Cuando dio muerte a aquellos seres del infierno, tomó entre sus brazos a la bella mujer y la llevó por el cielo hasta su guarida. Ahí la joven le dijo al vampiro que no la dejara sola, que quería quedarse con él.
Esa noche, los cuerpos del vampiro y de la chica se fundieron en un solo ser.
La sangre de sus cuerpos hervía tanto que podía escucharse el gorgoteo por entre los callejones. Esa noche tan contrastante, llena de terror, acción, oscuridad, muerte y besos, la chica sintió poco a poco como se iban introduciendo los afilados colmillos del MakaBrown, hasta convertirse en una nueva vampira que sería parte de la Dinastía Maka. El calor y la excitación del momento que parecía ser eterno, hicieron que por un momento a la bella mujer se le olvidara el asunto de sus hijos.
El oscuro ser pronto desapareció de su vida. La chica poco antes de haberse convertido en vampira había perdido la razón, en una locura, en la que lo único que recordaba era aquel momento de pasión.
Fueron muchas y muy fuertes las experiencias en un mismo día. Una noche sentía que se asfixiaba, quería morir… pero de repente se acordaba que tenía que buscar a sus hijos.
Ahí nace la leyenda… la verdadera historia del por qué la Llorona (como la conocemos) formaba parte de la Dinastía, del misterioso mundo de los vampiros de Guanajuato.